La práctica docente en este momento ha dado un giro de 180 grados,
en este mundo cambiante la educación no escapa a esto, todo amerita
cambios, las constantes capacitaciones, cursos, talleres, la innovación en la
planificación educativa vienen a ser un incentivo de superación para la
docencia a favor de lograr la calidad en los procesos de enseñanza-
aprendizaje.
De hecho, se requiere de un docente innovador, que motive al
educando, dándole las herramientas necesarias para que su aprendizaje sea
significativo, es decir concienciándolo para que al transferir conocimientos esto
sea específico. Tomando en consideración el enfoque constructivista que
según Piaget (1981), Ausubel (1993) y Vygotsky, (1979), quienes son citados
por Ramos (2014c), “el aprendizaje es un proceso de construcción de
conocimiento individual, significativo y social” (pág. 9).
Dentro de este contexto, la formación y actualización constante del
docente, es considerada como una herramienta que busca la instrucción
conforme en el desarrollo del estudiante; este tipo de actualización, se
promueve mediante dos vías, una se da en base a los colectivos
institucionales, diseñados de forma directa y participativa integrando todos los
perfiles profesionales al uso y aplicación de todas las mecánicas estructurales
de un programa pedagógico; la otra es el docente investigador, propagador de
ideas que satisfagan las necesidades cognitivas y formativas, así como las
actitudinales, todas ellas inherentes al perfil idóneo del docente.
En todo caso hay que formar para transformar, por ello se hace
pertinente la formación continua del docente, que se instruya y que se oriente
en cursos, talleres que sean de crecimiento profesional, humano, en valores.
Ayudando al alumno en su conocimiento, que lo guíe, apoye y se identifique
con los problemas e inconvenientes del mismo, que no lo ayudan a surgir y ser
mejor persona. Así mismo, no se debe pensar solo en el proceso de
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Arbitrado
2. El Docente Innovador