La literatura que analiza la validez de las hipótesis planteadas por el
CMI no refleja una postura unánime al respecto.
Desde el punto de vista de la crítica puramente teórica al modelo del
CMI, destaca el análisis de Norreklit (2000b, pág. 82), quien argumenta que
las relaciones planteadas en el marco de dicha herramienta no tienen carácter
de causalidad, ya que no pueden ser objeto de verificación empírica de manera
inobjetable. Agrega que estas relaciones son solamente lógicas.
Las evidencias ofrecidas por los estudios empíricos parecieran coincidir
con los planteamientos de la autora aludida, ya que no aportan resultados
concluyentes en torno a las relaciones causales del CMI. Los trabajos
desarrollados por Davis y Albrigth (2004, pág. 145) y por Chen, Yamauchi,
Kato, Nishimura, e Ito (2006, pág. 345), validan la relación entre el uso del CMI
y el mejoramiento en el desempeño. En cambio, Ittner, Larcker y Randall
(2003, pág. 735), no encontraron evidencia de asociación entre el uso de la
referida herramienta y los resultados económicos. Por su parte, los hallazgos
de Neely, Kennerley y Martínez (2004, pág. 771), revelan que, si bien la
implementación del CMI tuvo un impacto positivo en las ventas y en las
utilidades, el cambio no alcanzó a ser significativo.
En otro cuestionamiento a los supuestos del CMI, Lipe y Salterio
(2000b, pág. 293), aportan elementos que ponen en tela de juicio el equilibrio
entre el uso de las medidas financieras y no financieras. En una orientación
similar, Banchieri y Campa (2012d, pág. 13) concluyen que las empresas dan
mayor importancia a la perspectiva financiera del CMI,
2.2.2. Factores que favorecen el éxito del CMI.
Entre los estudios que analizan los factores favorables a la
implementación del CMI, cabe mencionar el trabajo de Assiri, Zairi y Eid
(2006a), el cual se basa en un modelo conformado por 27 factores críticos de
162
Arbitrado
2.2.1. Validez de las premisas del CMI.