es una realidad exclusiva de la región andina. A lo interno de las fronteras del
estado Trujillo, también se presenta tal caracterización física. Y por lo tanto,
las particularidades y diversidades se hacen protagonistas en la constitución
del SER trujillano. Y por ende, esa trujillanidad adquiere matices en función a
las peculiaridades culturales que se han entretejido a los largo de los años en
espacios que pudiéramos llamar microrregionales.
Hasta ahora, se ha indicado la existencia de microidentidades que se
forman y consolidan en espacios concretos dentro de espacios más generales.
Parecieran estas realidades, razón inexcusable para poder pensar, que lo que
hoy constituye al estado Trujillo, dista mucho de ser considerado como una
región histórica en relación dialogante con sus habitantes. Pero a pesar de
esta realidad, se mostrará de manera sucinta ese complejo y extenso proceso
que data tal vez a miles de años, en los que el hombre apareció en esta
geografía y la hizo suya. Generando identidades que le han permitido
integrarse como un todo medianamente armonioso, pero que imprime matices
poli cromáticos que hablan de su riqueza cultural.
2.2. Los orígenes
Si bien, la región andina (y el estado Trujillo como ente constitutivo de
la misma) tuvo un origen algo calamitoso, la aparición del hombre sobre estas
tierras se llevó a efecto de una manera mucho más parsimoniosa. Y de estos
orígenes debemos partir, para poder comprender mejor la conformación
identitaria del trujillano.
Es decir, romper con esa mirada restrictiva que proyecta nuestro
pasado al año de 1557; ese discurso que exhibe a la presencia del europeo
como acto genésico de la trujillanidad. Es así, que las primeras huellas que
comienzan a dibujar lo que podría ser las bases de la futura “cartografía”
trujillana provienen de los aborígenes Cuica, quienes venidos de los andes
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Arbitrado
íconos propios de la idiosincrasia de sus pobladores. Pero dicha diversidad no