Revista Scientific Volumen 3 / Nº 10 - Noviembre-Enero 2018-2019 | Page 348

En la práctica se produce una dificultad por parte del docente para mantener la capacidad del diálogo cuando éste considera que sólo él puede hablar y su discurso debe ser respetado y aceptado. En este sentido, la incapacidad para el diálogo está en el docente, y siendo este de acuerdo con Gadamer (2000a): El auténtico transmisor de ciencia, esa incapacidad radica en la estructura monologal de la ciencia y de la teoría moderna. Se ha intentado una y otra vez en la vida universitaria aliviar la clase con el debate y entonces se ha hecho la experiencia contraria: es sumamente difícil pasar de la actitud receptiva del oyente a la iniciativa de la pregunta y la oposición, y rara vez tiene éxito. Hay en definitiva en la situación docente, cuando se amplía más allá de la intimidad de una conversación en el pequeño círculo una dificultad insuperable para el diálogo (págs. 207-208). A mi modo de ver, la mayoría de los sistemas educativos están pensados de tal forma que la figura del docente se entroniza es así como, éste es quien tiene el mayor turno de palabra y muchas veces asume una posición de dirección y control dejando de lado su papel mediador en el proceso enseñanza-aprendizaje, al convertir el aula de clase en un espacio monologal con poca o nula interacción con los estudiantes, que le impide prestar atención a las experiencias y vivencias en la construcción de saberes centrándose en una práctica caracterizada por la transferencia de conocimientos y la repetición, que impide la formación de sujetos con compromiso social capaces de transformar la sociedad de la que forman parte. En este sentido, si el sistema educativo se basa principalmente en la racionalidad instrumental para transmitir los conocimientos y son los docentes quienes deciden qué, cómo y cuándo se aprende estaríamos en presencia de lo que denuncia Freire (2008a), en su concepto de “educación bancaria” cuando manifiesta que: 347 Arbitrado 2. Desarrollo