Así mismo agrega Morin que el modo de conocimiento de los seres
humanos no ha trabajado con suficiencia la capacidad para contextualizar la
información, de manera que pueda ser integrada en un todo que le proporcione
entendimiento.
Como individuos, afirma Morin (2011b:141), lo siguiente:
sumergirnos en la sobreabundancia de informaciones, cada
vez nos es más difícil contextualizarla, organizarla y
comprenderla. La fragmentación y la compartimentación del
conocimiento en disciplinas que no se comunican nos impiden
percibir y concebir los problemas fundamentales y globales. La
hiperespecialización rompe el tejido complejo de lo real, el
predominio de lo cuantificable oculta las realidades afectivas de
los seres humanos.
En este contexto, siguiendo las palabras de Morin, surge la
transdisciplinariedad
que
Martínez
(2013b:86):
la
relaciona
con
un
conocimiento superior emergente, producto de una tendencia dialéctica que
se nutre del pensamiento, permitiendo superar los límites de los distintos
campos del conocimiento disciplinar, con el propósito de generar imágenes
más completas de la realidad, mejor integradas, por tanto, más verdaderas.
Se trata, de acuerdo con lo planteado por el autor señalado, el propósito
se enfoca dar soluciones al parcelamiento y la fragmentación del conocimiento
que proyectan las disciplinas particulares y su derivada hiperespecialización,
de allí su incapacidad para comprender las complejas realidades del mundo
actual, distinguidas por el conjunto de nexos, relaciones e interconexiones de
los elementos que la constituyen.
A partir del siglo XIX, el sistema educativo y, en particular el
universitario, casi en su totalidad, se ha representado por su carácter
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Arbitrado
planetaria son, al mismo tiempo, crisis cognitivas. Nuestro
sistema de conocimientos, tal y como se nos inculca y fija en la
mente, conduce a importantes conocimientos.