Sin embargo, esta vertiente de nueva racionalidad, debe llevar a una
reforma y reestructuración sin precedentes en las instituciones universitarias,
que coexisten actualmente con conocimientos generados en siglos pasados,
cuando se creaban desde la estructura disciplinar de los saberes, sapiencias
necesarias para otros tiempos, pero notablemente, desfasados con la realidad
actual.
Por ende, la importancia del pensamiento complejo el cual, Osorio
(2012b): “nos invita y reta para pensar religando, juntando, contextualizando;
nos insta a ver e integrar los antagonismos y a desarrollar una visión poliocular
de la realidad” (pág. 276).
De modo que, es tarea primordial de todos los gerentes de las
instituciones fomentar el desarrollo de actividades e investigaciones presididas
por un enfoque complejo, donde exista un discernimiento creativo, innovador,
que responda a las verdaderas necesidades colectivas; que fortifiquen además
las diversas practicas académico administrativas dentro de la institución.
Por otra parte, el sector universitario es el máximo delegado y/o actor
en lo que concierne a la generación de conocimientos, por ello el valor que
poseen las capacidades mentales calificadas dentro de las instituciones, se ha
vuelto un tema de gran transcendencia. Por lo que, al hacer referencia a la
generación del conocimiento, Berrio, Angulo y Gil (2013a), señalan: “que
generar conocimientos es la actividad sustantiva de los centros de
investigaciones científica; así también, complementariamente, apropiarse de
él, validarlo, documentarlo; divulgarlo y/o propiciar su transferencia para el
desarrollo de aplicaciones de beneficio social…” (pág. 123).
Es evidente, que las universidades y los Centros de investigación
científica como principales comisionados, deben poseer una constante
interrelación e integración en pro del beneficio social, con el fin de exteriorizar,
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Arbitrado
concepciones lógicas clásicas (pág. 281).