considerado conspirador y como consecuencia fue condenado y expulsado de
varios países.
Del mismo modo, la ilustración europea, era luz y esperanza de cambios
significativos en sus diferentes órdenes políticos, sociales, económicos,
culturales entre otros aspectos. Sin embargo, para los protagonistas del siglo
de las luces también incluía riesgos. Respecto a esa época, Vilafranca (2012),
manifiesta que:
El siglo de las luces es una época de transformación social que
anticipa el origen de un nuevo sistema de pensamiento. A este
movimiento germinante que el ginebrino inicia se le ha
catalogado como la primera teoría de la modernidad
pedagógica (pág. 3).
En ese sentido fueron a Rousseau, y le otorgaron un crédito importante
por los aportes que dio a la política y educación.
En siglo XVIII aún persiste el oscurantismo y con el autor del Emilio
comienzan a florecer las ideas progresistas en el campo educativo. Al
respecto, Rojas (1976a), dice: “La segunda mitad del siglo XVIII marca un
cambio profundo y sustancial en el campo educativo. El concepto Aristocrático
cede el paso al concepto popular” (págs. 13-14). En otras palabras, la filosofía
educativa de Rousseau es determinante en la consecución de las formas de
actuar y pensar en los escenarios educativos. El tiempo le dio la razón y sus
escritos aún son debatidos, analizados en diferentes colegios, universidades
y círculos de estudio. Además de ser Rousseau un gran lector, escritor y
filósofo fue amado y odiado por muchos.
Al respecto, Smith (2008), expresa:
De hecho, esta valentía de Rousseau le costó bien grande. Se
lo pagó funestamente con la vida solitaria, perseguida y aislada
que tuvo que vivir hasta su muerte. Turbulencias de una vida
donde muchos sólo ven resultados de un complejísimo carácter
mientras que para él su aislamiento no resultó ser sino un
201
Arbitrado
era atentar contra los poderes establecidos. Por lo tanto, Rousseau fue