Sin
embargo,
muchos
de
los
educadores
confrontan
ciertas
problemáticas referentes al caso:
- La formación resulta ser un proceso no necesariamente permanente,
más bien alejado de un modelo de socialización, donde poco se incorporan
conocimientos y prácticas que ayuden al análisis de diversas situaciones
relacionadas con la institución, los estudiantes, los saberes y la toma de
decisiones; en este sentido, el desconocimiento y la ausencia del uso TIC, no
promueve procesos integrados que conlleven a la mejora de los métodos
didácticos aplicados en las aulas, por lo tanto no se consigue del todo un
desarrollo significativo que genere innovación educativa.
- Un desarrollo profesional alejado de la comprensión y utilización de
las TIC en las clases, impide que la tecnología se integre y forme parte de los
nuevos enfoques educativos, desmejorándose el enriquecimiento del
aprendizaje de los niños involucrados, lo que podría generar un fuerte impacto
negativo en su desarrollo y en su futuro desenvolvimiento en la formación a
niveles superiores, en la comunidad, en el mundo laboral y en la sociedad en
general, ya que ese menor se va a encontrar en una posición deficitaria frente
a otros que sí han disfrutado de los espacios tecnológicos.
- Se puede decir que los profesores no cuentan con una serie de
competencias de cara a la utilización de las TIC, en cuanto a los contenidos y
área de trabajo específicas se refiere; hecho que puede manifestarse
negativamente no sólo en su labor formadora sino que además podría
repercutir en sus planificaciones de aula, en el dominio para la inserción de
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Arbitrado
modelos, patrones sociales y valores que nos hacen
necesariamente repensar los procesos de aprendizaje y los
procesos de enseñanza. Y es en ese contexto que la
investigación realizada indaga acerca de cómo deben aprender
y cómo deberían aprender los docentes en el contexto de la
sociedad de la información, del conocimiento y de las
tecnologías.