que conforma las aulas universitarias y su potencial creativo, relacionado con
el desarrollo de actitudes y valores que tenga como prioridad la relación de la
sociedad con su entorno, con el fin de procurar un desarrollo humano
sostenible, que pueda garantizar el soporte físico y biológico sobre el cual se
sustenta. (Azuaje, 2011, pág. 130)
Los aspectos anteriormente mencionados, corroboran la importancia
signada a la planeación educativa, para que exista correspondencia entre la
teoría y la práctica que se ejecuta, proponer caminos de actuación, responder
a los modelos siempre cambiantes; realidad que da cuenta de la necesidad de
una mayor profundización en el tema, a fin de propiciar el interés, la
participación, el compromiso del docente universitario, los estudiantes, la
institución con el planeta.
Con respecto a la planeación Goodstein, Nolan y Pfeiffer (2001),
señalan lo siguiente:
…es el proceso de establecer objetivos y escoger el medio más
apropiado para el logro de los mismos antes de emprender la
acción (…) La planeación se anticipa a la toma de decisiones.
Es un proceso de decidir antes de que se requiera la actuación.
(pág. 5).
En
este
sentido,
la
planificación
educativa
debe
servir
de
direccionamiento a la Educación Ambiental, donde aprender implique una
connotación especial, como proceso de la conciencia humana en lo afectivo,
físico, social y espiritual; atendiendo a la cosmovisión sobre el entorno, donde
la interacción permita la comprensión socio natural y el compromiso con el
ambiente. En torno a estas ideas, es necesario asegurar el espacio de la
interconexión
entre
las
disciplinas,
lo
que
exige
un
pensamiento
transdisciplinar, transversal, una reflexión que relacione la parte y el todo, el
micro y el macro, lo singular y lo universal; se concreta en la medida en que
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Arbitrado
Para cumplir este reto, es necesario tomar en cuenta el talento humano