El paso de la modernidad a la postmodernidad demanda cambios del
paradigma educativo amparado hasta ahora en la fragmentación de la
realidad, el cientificismo, la ciencia mecanicista y aislado del contexto de orden
planetario; en este sentido, la Universidad como espacio formativo se
mantiene en los planteamientos teóricos y la parcelación de saberes en micro
disciplinas o de manera disciplinaria.
Desde la perspectiva hologramática de la complejidad, la realidad no se
debe particularizar sino, estudiar las partes para entender el todo, tampoco el
todo sin entender las partes que lo componen, así como manejar todas esas
partes desde el punto de vista del conocimiento que las caracteriza, la idea del
holograma trasciende a que la realidad no está hecha de partes, como lo
suponen los reduccionistas, ni tampoco de totalidades, como afirman los
holistas. (Morín, 2011, pág. 107)
Ahora bien, las instituciones universitarias como sistemas abiertos
están distantes a vincularse con el contexto social, establecer relación
permanente con el medio ambiente, compartir la incertidumbre generada por
los eventos naturales, la violencia, el hambre, las pandemias y epidemias,
entre otros; comprendiendo la complejidad de interacciones y la resignificación
del pensamiento en los individuos, como respuestas a las necesidades
sociales.
En este orden de ideas, en los docentes se avista poco interés por la
planificación dirigida hacia una educación holista en la cual se perciba el
universo como una comunidad de sujetos, las estrategias de enseñanza no
permiten el desarrollo de habilidades ni cambios de comportamientos y
redimensión de las actitudes, para establecer relaciones entre conocimientos
previos y nuevas adquisiciones, por ende, interactuar en procesos complejos
propios de la naturaleza humana.
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Arbitrado
1. Introducción