comunitarias, potenciándose mutuamente los objetivos curriculares de un
curso con los objetivos del servicio; considerando nuevos roles y relaciones
para los tres actores directamente involucrados: el estudiante, el docente y lo
socio-comunitario, tal como lo plantea Zuleta, citado por Quintero, (2008).
Como se puede observar, el servicio comunitario encierra mucho
potencial para el fomento del desarrollo regional. A su vez, representa una
enriquecedora oportunidad para lograr la satisfacción de las necesidades
humanas de las familias y habitantes de las comunidades, al servir como
instancia articuladora de esfuerzos apelando a la alta estimación que se tiene
por las universidades en Venezuela.
La atención de la Ley del Servicio Comunitario en la educación
universitaria es una realidad de espacios complejos en invariable construcción
y reconstrucción que pasa por la resignificación de la red categorial:
intervención comunitaria, comunidad, vínculos intersubjetivos, aprendizaje
servicio, que sostienen todo un proceso de acción socio-comunitaria para
desarrollar una cultura social de compromiso ético entre todos los que aquí
participan.
Por ello, la implicación de ocupar conciencia solidaria y participativa;
según Montero (2004:229), su concepción de participación comunitaria,
concebida como “un proceso organizado, colectivo, libre, incluyente, en el cual
hay una variedad de actores, de actividades y de grados de compromiso, que
está orientada por valores y objetivos compartidos, en cuya consecución se
producen transformaciones comunitarias e individuales”.
La participación comunitaria, en cuanto a dimensión funcional e
institucional, es el auténtico eje céntrico de la acción social que se hace
necesario hoy para atender, de manera cohesionada, la gran deuda social de
las instituciones de educación superior con su contexto. Este enfoque puede
responder a un proceso solidario en actividades de concienciación,
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Arbitrado
aprenden, se forman y trabajan juntos para satisfacer necesidades