ante la vida, así como el mejoramiento de la profesionalidad. Al respecto,
Nordenflycht (2011:2) plantea:
Durante largo tiempo, la estrategia más utilizada ha sido el
curso de perfeccionamiento, el que bajo esta denominación
genérica, ha ofrecido respuestas prefabricadas a demandas o
problemas de supuesta ocurrencia general, sin considerar la
realidad ni el medio en que los docentes ejercen su labor, sin
tomar tampoco debida cuenta de su heterogeneidad, sus
expectativas o intereses.
En opinión de la investigadora, la incidencia de estos cursos en la
práctica docente es mínima por cuanto son dictados de manera
contextualizada sin lograr modificar la misma, pues sus destinatarios
difícilmente llegan a incorporar en su repertorio pedagógico nuevas estrategias
o comportamientos, aun cuando hayan sido diseñados y desarrollados de
manera adecuada.
Ahora bien, para Fernández (2012) en la formación de docentes operan
sistemas
complejos
de
configuraciones
relativamente
articuladas
(pedagógicas, ideológicas, psicosociales), los cuales suelen ser comunes,
compartidas, por cuanto constituyen el resultado colectivo de condiciones
sociales de producción que, a su turno, producen efectos, también colectivos,
pues condicionan las prácticas docentes.
En esa línea de pensamiento, el Ministerio del Poder Popular para la
Educación (2006:4) en su portal oficial especifica los programas y políticas de
formación expresando:
La formación docente establece la conformación de equipos a
nivel zonal, distrital, municipal y local, articulados en redes intra
e intersectoriales. Sus funciones son de carácter técnico
pedagógico y sus integrantes pueden ser representantes de
cada nivel y modalidad del Sistema Educativo y de las
organizaciones educativas. La planificación de Formación
Permanente se deriva de las necesidades detectadas, acorde
189
Arbitrado
continuamente exige reflexión, toma de decisiones, es decir, es una actitud