orienta a forjar el respeto mutuo, poner en la balanza de la historia los valores
éticos y ecológicamente compatibles y que históricamente, nos han dejado
como herencia a través de una riqueza extraordinaria de elementos que aún
persisten y que vale la pena mantener en el devenir de los tiempos.
Ahora bien, la interculturalidad en educación se considera como un
modelo educativo en construcción, con demanda de una práctica pedagógica
basada en el reconocimiento de la diversidad cultural de los pueblos, con
participación, interacción y respeto, reconociendo y partiendo del contexto
donde se origina.
Para Aguado (2005:52):
la interculturalidad como paradigma educativo ha venido
desarrollándose casi exclusivamente en la última década y ha
estado íntimamente relacionado con el desarrollo de la
competencia lingüística, de la capacidad multilingüe, la lucha
contra el racismo y la xenofobia y; el desarrollo de la educación
intercultural, empezando por la búsqueda y construcción de un
nuevo concepto de cultura.
Al respecto, Dietz y Mateos (2008:33), señalan que “la incapacidad
manifiesta de las sociedades mayoritarias de hacer frente a heterogeneidad,
impiden la consolidación de educación intercultural”. Partiendo de estas
consideraciones, la educación intercultural percibe ofrecer a todos los
individuos las mismas oportunidades a través de disposiciones universales
que se espera beneficien a los más necesitados.
Desde este punto de vista, la educación intercultural se comienza a
utilizar en el discurso político y es por ello que la Organización Mundial de las
Naciones Unidas (ONU), en 1985 declara el “Año Internacional de la Juventud”
en ocasión de dirigir la atención hacia tres temas vinculados con la
interculturalidad: la participación, el desarrollo y la paz.
171
Arbitrado
Bajo esta reflexión, se percibe la interculturalidad como el medio que