partir de finales del siglo XIX y principios del XX comienza a tomar forma el
paradigma de la complejidad, uno de los momentos concretos en que esto
ocurre es con la irrupción de lo complejo y del desorden en el universo físico,
es decir, lo caótico y el azar son necesarios para lograr el orden. Los opuestos
son complementarios y se articulan entre sí, se comienza a ver que la realidad
es incompleta e imperfecta, el sistema no se puede reducir a la suma de las
partes, es decir, que es más que ésta, lo reinante es la diversidad.
Con relación a lo expuesto, se destacan las características principales
del paradigma de la complejidad apoyado en el estudio de Morín en el cual se
enfocan en tres principios relacionados con el pensamiento complejo:
1. El principio dialógico: donde el orden y desorden son enemigos
opuestos; pero en ciertos casos colaboran y producen la organización
y la complejidad; la dualidad en el seno de la unidad.
2. El principio de la recursividad organizacional: un proceso recursivo en
un sistema se da cuando los productos y efectos son, al mismo tiempo,
causas y productores de aquello que los produce. Las interacciones de
los individuos producen una sociedad, pero la sociedad produce a los
individuos. Sin individuos no hay sociedad y sin sociedad no hay
individuos.
3. El principio holo-gramático: la parte más pequeña de algo contiene la
información de la totalidad de ese algo. Cada célula del cuerpo contiene
la totalidad de la información genética, no se puede concebir el todo sin
las partes y tampoco se pueden concebir las partes sin el todo.
De tal manera, que la complejidad muestra un mundo construido sobre
una base caótica de variables articuladas que generan (o tratan de generar)
sistemas de retroalimentación críticos. Todo depende desde donde se mire,
por lo tanto, para poder ser capaz de conocer el mundo y tratar de tener una
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Arbitrado
Dada la naturaleza de la complejidad, Doyle, C. (2010), reseña que a