1. Introducción
La educación intercultural se define tácitamente como un derecho
humano y un deber social para el desarrollo de la persona dentro de las pautas
de diversidad y participación, con la finalidad de garantizar el disfrute equitativo
de los derechos sociales en el ámbito educativo. Por lo tanto, el acontecer de
la humanidad en todos sus ámbitos; cultura, identidad, realidades efectivas,
conceptuales, imaginarias, virtuales, entre otras, se manifiesta entrelazado en
diversos proyectos espaciales y temporales que permiten la flexibilidad de las
potencialidades socio afectivas, cognitivas lingüísticas físicas y motoras del
individuo en todas las facetas de su vida personal o colectiva las cuales se van
configurando en historias propias y ajenas, cercanas o distantes, en constante
interacción donde de algún modo todo es posible desde lo perceptible hasta
lo imaginario en un mundo heterogéneo, diverso, múltiple y, fundamentalmente
contradictorio, indeterminado, azaroso e incierto, problemático, dudoso,
enigmático y misterioso, inconcluso e inconcluyente, además de simbólico,
metafórico, poético o artístico. Considerando que todo esto son dimensiones
reales de la condición humana, entonces, lo humano es ahora y desde
siempre, un proyecto inacabado que tiende siempre a buscar una luz dentro
de un largo camino que avanza y retrocede de acuerdo a los paradigmas que
justifican su razón de ser.
Acceder, entonces, al paradigma de la complejidad es inmiscuirse con
los avances científicos y tecnológicos que engloban al mundo en su totalidad,
donde la complejidad desde una perspectiva semántica hace referencia a
fenómenos u objetos que se componen de elementos diversos, los cuales
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Arbitrado
No nos damos cuenta de la prodigiosa
diversidad de los juegos de lenguaje
cotidianos porque el revestimiento exterior
de nuestro lenguaje hace que parezca todo
igual.
Ludwig Wittgenstein