Revista Sarah 1 | Page 5

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las palabras. “Mis papás iban a tener hijos millonarios, hasta que yo decidí estudiar Comunicación. Son muy cordiales y muy chéveres, pero no creo que estén muy convencidos de que me vaya a ir bien”, reconoce de forma sonriente.

Con unos Nike grises, medias verdes, un vestido largo a rayas horizontales, un morral de donas y otro gris con su computador Mac, una moña mal hecha que deja caer varios pelos por su rostro desnudo de maquillaje, sin aretes y una incómoda expresión de risa combinada con la preocupación de que debe cumplir una cita en quince minutos: Margui, como le dicen sus amigas, merodea por la universidad con mil cosas en la cabeza, por estas fechas, trata de superar una ruptura amorosa con un suizo al que siempre describió como un gran partido; tal vez para lograr ese objetivo es que se mete en cuanta actividad resulte.

Pero, para Margarita, lo que conocemos como príncipe azul no existe. Dice que el que cada una entiende con este término es un conjunto de retazos de los hombres que hemos interactuado y “no es humano pedirle a una persona que sea exactamente como uno quiere”. El pensamiento de Margarita hace más llevadera la tusa porque si nos reconocemos como mujeres autónomas podemos ser felices y estar plenas estando solas, queriéndonos a nosotras mismas, siéndonos fieles, haciendo lo que nos gusta y nos apasiona, por nosotras y no por las exigencias sociales.

que nos gusta y nos apasiona, por nosotras y no por las exigencias sociales.

Sin embargo, Margarita no nació: se hizo feminista y le resulta paradójico lo que relaciona a su persona actual con la niña que fue. A pesar de que está en un debate interno en si le gusta o no el reggaetón –pero acepta que si le dan un trago de vodka, ya está lista para “perriar”-, Margarita recuerda con una enorme carcajada que de pequeña quería ser reggaetonera. Sí, su ídolo era la extinta cantante de reggaetón Ivy Queen, “yo lo anotaba en el cuaderno del colegio en el que escribíamos el proyecto de vida”. afirma orgullosa que fue contra ese modelo que se rebeló, no porque rechace a las mujeres que se dedican a este género –incluso reconoce el esfuerzo que supone y admira cantantes como Karol G y Greecy- sino porque dice que ya no quiere ser la niña “chimba” que le gusta a todos, “me interesa a ser la mujer detrás de la cámara que está buscando maneras diferentes de liberarse”.

Ella afirma orgullosa que fue contra ese modelo que se rebeló, no porque rechace a las mujeres que se dedican a este género –incluso reconoce el esfuerzo que supone y admira cantantes como Karol G y Greecy- sino porque dice que ya no quiere ser la niña “chimba” que le gusta a todos, “me interesa a ser la mujer detrás de la cámara que está buscando maneras diferentes de liberarse”.

Así es, la palabra “amor” ya no le trae a la mente un príncipe azul, sino que en lo primero que piensa es en comida. A Margarita le encantan los fríjoles con chicharrón que hace su abuela y las mayores muestras de amor se las han hecho por medio de la comida. Tal vez por esto uno de sus lugares recomendados para enamorarse es El Acontista, siente que es “como entrar a un mundo viejo” y le resulta agradable la combinación de comida y libros.

comida. A Margarita le encantan los fríjoles con chicharrón que hace su abuela y las mayores muestras de amor se las han hecho por medio de la comida. Tal vez por esto uno de sus lugares recomendados para enamorarse es El Acontista, siente que es “como entrar a un mundo viejo” y le resulta agradable la combinación de comida y libros.

Otra cosa con la que se enamora es la salsa. Ama el género, bailar, sentir la música en cada parte del cuerpo, el sudor y la humedad presente en los bares de salsa de Medellín. También han sido catárticos para ella y su proceso de tusa, desenamorarse para enamorarse más de su cultura: “puede que sea súper imaginario, pero al haber salido con tanto extranjero siento que la salsa y lo que siento cuando la escucho es algo que ninguna persona, en otro lenguaje, va a poder entender nunca.”

Pero ella no se niega para nada al amor romántico. Piensa que es importante que el hombre entienda que la mujer es su igual y ambos puedan hacer cosas de los dos. Con el auge del feminismo se cree que se basa en el odio a lo masculino, pero Margarita cree que son pueden ser aiados y que cada mujer puede vivir su vida como le dé la gana: “se fundamenta en respetar la decisión de la otra mujer, sin importar cuál sea: comérselos a todos o quedarse en la casa.”

“El feminismo se fundamenta en respetar la decisión de la otra mujer, sin importar cuál sea: comérselos a todos o quedarse en la casa.”