“ EL FIN DE LA COCINA”
Los libros de gastronomía, los recetarios, ya no están, hoy, en los estantes de la cocina, cerca de las hornallas, siempre a mano como los demás ingredientes, barnizados con noble pátina de grasa. Sino, en lugar destacado de la biblioteca, en el atril de los libros que nadie lee, pero cuyos lomos dorados otorgan prestigio al poseedor. Los lujosos libros de gastronomía reemplazan en los anaqueles a la otrora infaltable Enciclopedia Británica, o el diccionario Espasa-Calpe.
Creo no exagerar si afirmo que la cocina y su entorno, es el último baluarte de la humanidad, vestigio de identidad que no debe diluirse en la indiferencia generalizada. Hablamos de una cocina que nazca de lo emotivo, recreando sabores, texturas y aromas entrañables. Pero a su vez, planteando métodos y materias primas que tengan en cuenta una dieta saludable, una filosofía de vida que privilegie el placer de reconocerse en cada plato, sentirse acompañado y comprendido por quienes comparten nuestra mesa. Por ello, planteo que, por herencia, todos somos cocineros, o deberíamos, todos, asumirnos como seres cocineros para hacer justicia a nuestra condición de humanos.
antepasados homínidos al elegir un día cocinar sus alimentos y así se convirtieron en humanos; nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, debemos optar entre deshumanizarnos por completo, o volver a la cocina. Elaborar nuestra propia comida, o alimentarnos con los dudosos productos que nos brinda la industria, la tecnología. Comer acompañados, o ingerir los nutrientes necesarios para seguir respirando, rápidamente y en soledad. Reconciliarnos con la naturaleza, o depender para todo de inteligencias artificiales( en la actualidad, por ejemplo, no hay nada más indefenso que un humano sin energía eléctrica).
Creo que, con la misma decisión de nuestros
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