Quedé perpleja, no podía creerlo.
Llevábamos dos días y ya habíamos hecho
cosas que ni siquiera imaginábamos. Fui
al baño, vomité lo último que me quedaba
en el estómago, me bañé rápidamente, me
puse mi mejor pinta y salí sola a buscar a mis
amigas a la plaza donde estaban todas las
discotecas.
¿Cómo se les ocurre salir de fiesta y no
avisarme? En Cancún es imperdonable
perderte aunque sea un día de carrete, así
que salí del hotel. Hice dedo a un taxista que
después de rogarle me llevó gratis a la Plaza
Fórum e incluso me compró una Gatorade
para mi caña, la gente mexicana es muy
amable.
Caminé por toda la plaza y no encontré a mis
amigas, entré a todas las discotecas (gratis
obviamente) con la excusa que andaba
buscando a mis compañeras de viaje, pero lo
más divertido fue que me olvidé de ellas.
Empecé a carretear sola y lo pasé excelente.
Entré a 8 discos y en cada una me gané un
besito de algún guapetón. Ya eran las 7 am
y George, un turco radicado en Nueva York
me regaló la mitad de un éxtasis. Salí de la
discoteque y empecé a correr, necesitaba
liberar energía, corrí mucho, con tacos de
al menos 15 cm. Terminé subiéndome a una
micro para volver al hotel. La pastilla me
hizo efecto ahí y empecé a ver a todos los
hombres con otros ojos, Encontraba mino
hasta el chofer que era un viejo de 60 años.
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I´M IN CANCÚN BITCH
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