En medio del desenfreno nos
empezó a pegar el LSD. No parábamos
de bailar, terminamos en bikini todas
pintadas y mojadas. Vimos a un chico
sobre el escenario en silla de ruedas,
al cual le faltaban sus piernas y con
el único brazo que tenía empezó a
tirarnos Tequila en la boca desde arriba.
Las siete jurábamos que estábamos en
un capítulo de “Wild on”. Nos subimos
al escenario y empezamos a acosar al
pobre Gus (chico en silla de ruedas).
Terminamos besándolo entre todas,
¡es que era tan guapo y su actitud nos
sorprendió!
Luego de la fuerte escena del escenario
no recuerdo más hasta que recobré la
conciencia en la micro de vuelta al hotel
a eso de las 6 am. Arriba del bus había
un carrete que no se imaginan, luces
ultravioletas, música prendida, alcohol
y muchos chicos estupendos. Como si
fuera poco, seguimos nuestra caza y
tres de las siete nos enamoramos de
tres brasileños, los llevamos al hotel y
ya se imaginan como terminó el asunto.
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