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2) Búsqueda de información: una vez hemos identificado la necesidad, es hora de buscar una solución a este estado de "malestar" que nos genera esta carencia. La información que se buscará será proporcional a la importancia de la que dotemos a la necesidad que tenemos (por ejemplo, comprar un ordenador nuevo requiere de un proceso de toma de decisiones mucho más selecto y complejo que pedir pizza a domicilio.
También es posible que nos saltemos este segundo paso en el proceso: por ejemplo, si la necesidad identificada es sed, raramente nos pondremos a elucubrar sobre qué marca de agua es la más adecuada para suplir nuestra carencia.
La opinión que nos formamos del producto que necesitamos implica tanto factores internos (la memoria del consumidor y la relación que tuvo con productos anteriormente comprados) como externos (información que éste encuentre en la Web, en revistas, etc).
3) Evaluación de alternativas: cuando hemos reunido la información en nuestras cabezas, evaluamos las diferentes opciones de compra que nos presentan y elegimos cuál es la que más se adapta a nuestras necesidades (también a nuestro bolsillo, claro).
Cada persona tiene su criterio y cada uno le aportamos más peso a unas características que a otras. Por ejemplo, hay personas que prefieren el prestigio de determinada marca en lugar de un bonito diseño del producto, o hay quien se decanta más por un acabado perfecto por los "extras" que el producto pueda presentar, como en el caso de un coche.
4) La decisión final: esta fase es la hora de la verdad, en sentido de que nuestros pensamientos y nuestra conducta se dirigen al objetivo de comprar finalmente el producto. Por supuesto, esta decisión se hará en base a las fases anteriormente descritas y puede estar afectado por factores como la experiencia en tienda o una buen apolítica de devolución.
Últimamente se está cuidando mucho más la estética de los establecimientos y detalles que pueden pasar desapercibidos (el ambientador, la temperatura o la iluminación) cada vez se tienen más en cuenta. Esto es algo que podemos comprobar en nuestra vida cotidiana, y es que todos nos habremos percatado del olor tan característico de tiendas como Stradivarius.
También el trato que los vendedores proporcionan al público,