Revista PostdoctUBA Revista PostdoctUBA No 2 | Page 9

PostdoctUBA Revista del Postdoctorado de la Universidad Bicentenaria de Aragua Volumen 1. No. 2 Octubre, 2018 Finalmente, Nussbaum (2010), afirma que existe en la actualidad una crisis mundial en la educación dada por la producción de estudiantes con sentido utilitario, sin capacidad para pensar por sí mismos, comprender al otro o ejercer una crítica al statu quo. Esta crisis pone en peligro la democracia, y viene dada por el descrédito manifiesto por la formación en artes y humanidades en beneficio de un tecnicismo materialista que las valora como irrelevantes para los educandos. Este fomento de las capacidades prácticas y utilitarias, consideradas necesarias para un mercado global competitivo, se hace en detrimento de aquellas que propician la imaginación, la creatividad y el pensamiento crítico. El afán por educar bajo los parámetros de la lógica eficientista y la transmisión informativa de contenidos, no es suficiente para enfrentar los problemas económicos, ambientales, religiosos y políticos que se presentan tanto a nivel local como global. Es preciso trabajar en la solidaridad, la integridad, la ética y demás temas humanísticos, para poder enfrentar retos tales como el calentamiento global, los desajustes en el comercio internacional, la protección ambiental, los peligros de la energía y las armas nucleares, la migración de mano de obra, normas laborales justas, el abuso sexual y la protección de la infancia. Eso requiere también fomentar la invención, la afectividad, la comunicación, la comprensión, el ponerse en el lugar del otro y la capacidad de pensar por sí mismo. Requerimientos para Formar Planetariamente Debido a esto, entre los aspectos a tener en cuenta para una buena formación, haciendo una revisión histórica de la crítica de la educación se encuentra que Nietzsche desde el año de 1870, considera que se está en la obligación de ayudar al estudiante a ser autónomo, investigar, descubrir, despertar el espíritu científico, propender a que haga sus propias creaciones y aprenda a hacer críticas sobre estas. Por tal motivo, Nietzsche (1995, 2000) plantea un espíritu competitivo que permita al ser humano sobresalir sobre los demás, y que los capacite para devengar dinero. Por su parte, Krishnamurti (1953, 1992, 1994) respalda el despliegue de la creatividad, pues la especialización impide que se desarrolle, por lo que sugiere indagar mucho dentro de sí, para no aceptar ni seguir todo sin cuestionar o profundizar. Por este motivo, propone como función primordial del educador, más que promover los valores existentes que condicionan, formular unos nuevos. Afirma que el maestro debe orientar al estudiante para enfrentarse los problemas con afecto y no sólo información. Aboga por la vivencia, la comprensión y la investigación para descubrir. Esto permite ser uno mismo, no imitación de nadie. A su vez, asegura que se aprende más con la acción que con los libros, porque la mente acumula experiencias y conocimientos. Reconoce que el individuo se aleja del temor cuando se vuelve reflexivo, por lo que es preciso que el estudiante sea consciente de lo qué piensa, cómo medita y por qué razona, que se acostumbre a ser él mismo, que tenga su propia visión y entendimiento para fortalecer la democracia y así evite la coerción que ejerce la autoridad arbitrariamente. Asimismo, proyecta el sentimiento como algo fundamental en la educación. En cuanto a McLaren (1984) propone enfatizar la responsabilidad colectiva sobre el afán de lucro individual, por lo que plantea preparar a las personas en economía, medios, ecología y consumismo, para relacionarlas con las actuales políticas sociales y educacionales impulsadas por el mercantilismo global no regulado. Esto permite conceptualizar, analizar y teorizar críticamente las experiencias del estudiante, para interpretarlas a la luz del discurso marxista-humanista de enajenación y explotación, como alternativa al capitalismo. Adicionalmente, asegura que se le debe dar poder al estudiante en cuanto al dominio de habilidades técnicas, para realizar las transformaciones morales y sociales en unión con los grupos subordinados. Para poder lograr esto, sugiere que el profesor debe utilizar la dialéctica, para cuestionar el pensamiento mediante la reflexión sobre el todo y la parte, sobre el conocimiento y la acción, sobre el proceso y el producto, sobre el sujeto y el objeto, sobre el ser y el devenir, sobre la retórica y la realidad y sobre la estructura y la función, para encontrar las contradicciones. También aboga por el estudio de las relaciones sociales, económicas y políticas que existen entre las diferentes capas de la población y sus restricciones y limitaciones, que gobiernan en un momento dado la vida comunitaria. Para hacerlo posible, parte de los problemas y necesidades de los educandos, por lo que el docente debe proporcionar los medios para que ellos, examinando sus propias experiencias, cuestionen: ¿cómo fueron producidas, legitimadas o negadas? y la manera en que han subyugado el conocimiento proporcionado en la escuela. A su vez, Gardner (1993) aboga por una educación transformativa, en la que no se modela la conducta anhelada, sino que el maestro es un facilitador que busca despertar ciertas cualidades en los estudiantes. Plantea que se utilicen problemas situacionales y que el profesor anime al estudiante a concebir y poner a prueba sus propias ideas, para lograr la comprensión. También considera que la creatividad es una oportunidad para forjar el conocimiento por sí mismo, transformar el pasado y contribuir al saber colectivo con conceptos e ideas novedosas. Por tal motivo, Gardner (2005) admite la necesidad de buscar nuevas formas de educar, pues afirma que las prácticas actuales no funcionan como debieran y que el mundo ha cambiado en forma ostensible, por lo que la mente debe aprender de otra forma distinta. Con base en lo anterior, propone cinco tipos de mentes para cultivar a futuro, estas son: La mente disciplinada, cuyo fin es comprender el conocimiento creado por el ser humano. La mente sintética, para sintetizar información y darle utilidad. La mente creativa, que puede descubrir y resolver nuevos fenómenos, problemas y preguntas. La mente respetuosa, que ayuda a la persona a ser tolerante. La mente ética, que sirve al individuo para ser íntegro y desinteresado. En cuanto a Delors y otros (1996) reconocen que en los tiempos actuales se deben, por un lado, promover innumerables conocimientos teóricos y técnicos. Por otro, se debe saber extraer la información relevante a los propósitos de cada quien en un mundo complejo y en ebullición constante, por lo que formulan cuatro pilares para este permanente cambio, los cuales son: Aprender a conocer, ¿qué facilita la comprensión del conocimiento? Aprender a hacer, ¿qué ayuda a aplicar esos conocimientos en el entorno? Aprender a vivir juntos, ¿qué permite participar e interactuar con los demás?; Aprender a ser, ¿qué ayuda a la persona a no olvidarse de su condición humana? A su vez, Castoriadis (1997a, 1997b, 1997c, 1999, 2004) plantea que la formación debe propender por una defensa de la autoactividad, el cuestionamiento de uno mismo para desarrollar la reflexividad, una educación autónoma que permita al sujeto preguntarse en todo momento si actúa deliberadamente o motivado por prejuicios o por la pasión. Otro rasgo importante de Castoriadis (1996, 1999, 2004, 2006) es que aboga por el estudio del imaginario social, constituido desde que hay uso de razón, pues permite conocer cómo se construyen las instituciones que rigen la comunidad y la vida en sociedad y ayuda a comprender las bases del impulso creador y el sentido de la existencia. Asimismo, propone fomentar la meditación sobre el pensamiento, la práctica y el espíritu crítico hacia las instituciones existentes. Por otro lado, Morín (1999) expresa que toda sociedad y cultura debe manejar siete saberes fundamentales que hay que establecer para el futuro, estos son: el estudio de las ideas, el empleo de las nociones globales y fundamentales en el contexto, la educación de la condición humana, el examen de los problemas planetarios y ambientales, la lectura de las incertidumbres, el análisis de la comprensión y de los conocimientos y la aplicación de la ética. Para eso plantea el pensamiento complejo, en el que Morín, Ciurana y Motta (2002) incluyen la lógica, el pensar y la imaginación, alejándose de lo simplista para asumir una criticidad que ayuda a conocer mejor la realidad, de ahí que trabaje en el terreno de las incertidumbres. ISSN: 2610-8134 Recibido Marzo, 2018 Aceptado Octubre, 2018 Páginas 6 Depósito Legal: AR2018000091 09