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PostdoctUBA
Revista del Postdoctorado
de la Universidad Bicentenaria de Aragua
Año 1. No. 1
Abril, 2018
El escuchar en el silencio se puede aprender. Una primera condición es hacerse
amigo del silencio. Implica manejar los propios sentimientos, estar aquietado
interiormente, el discurso interior se detiene cuando se logra el silencio interior. Al
lograrlo, se está preparado para escuchar mejor y la relación con las persona
mejoran. Significa estar atento, implica contener, retener las propias opiniones
para poder escuchar. La escucha va ampliar el horizonte y a proporcionar nuevos
elementos para comprender mejor.
De acuerdo con Echeverría (2003) un requerimiento fundamental para escuchar
es la apertura hacia el otro, en cuanto a acogida. Sin la aceptación del otro como
diferente, legítimo y autónomo, no puede ocurrir el escuchar. Al respecto cita a
Gadamer (1984) quien señala que” La apertura hacia el otro (…) incluye el
reconocimiento de que debo aceptar algunas cosas que van en mi contra, aun
cuando no haya nadie que me lo pida” (p.324). También cita a Maturana (1992)
que expresa este mismo punto de vista cuando sostiene que sin la aceptación del
otro como un legítimo otro, el escuchar estará siempre limitado y se obstruirá la
comunicación.
Los gerentes nunca se imaginan cuanto pueden saber de una persona, institución
o comunidad si se oye lo que las personas dicen. Hay aspectos de la cultura
institucional que sólo pueden ser inteligibles desde el silencio. Así Jung (1991)
decía que cuando dos personas hablan hay seis personas hablando: aquellos que
creen ser, el que cada uno piensa que es el otro y aquellos que realmente son.
Expectativas Estratégicas
Las expectativas es la probabilidad subjetiva de alcanzar una meta. Es decir, la
estimación que hace una persona sobre la probabilidad de lograr un resultado
basándose en el esfuerzo que se propone hacer. La noción de expectativas
estratégicas está vinculadas a la teoría financiera a través de la anticipación o
previsión de futuro no totalmente conocido.
En este sentido, según Ceballos (2004) en las expectativas estratégicas no
responden a procesos fijos de explicación e interpretación, sino a un proceso de
flexibilización que implican una mayor consideración del entorno, la interacción
con otros y el mercado en un proceso de reflexibilidad. Se suavizan los supuestos
de racionalidad, eficiencia y equilibrio.
Desde este punto de vista, las expectativas estratégicas es un comportamiento
planeado del gerente, donde también interviene su intuición pero no es un
comportamiento negativo. No son expectativas normativas que según este autor
citado implican una presión social hacia el conformismo; sino cognitiva formadas a
partir de la observación, descripción e inferencia de realidad.
Así según Ceballos (2004) “el primer paso en cualquier análisis racional de una
oportunidad, consiste en realizar una estimación subjetiva de la menor
probabilidad de que se obtenga un mínimo nivel de éxito” (p.24). La evaluación
adecuada de los riesgos e incertidumbre representa una ventaja competitividad.
Una correcta evaluación del riesgo y tomar una cantidad apropiada.
El riesgo se define como la combinación de las probabilidades de que se
produzca un evento y sus consecuencias negativas. Los riesgos de acuerdo a
Beck (2000) “significa virtualidad, futuro amenazante (…) y al mismo tiempo (…)
incertidumbre fabricada, conflicto de reconocimiento, localidad, distinción entre
conocimiento, impacto latente y consecuencias sintomática, así como un mundo
híbrido creado por el hombre” (p.233).
Por su parte, el mismo Beck (2002) los define como “una especie de divisas
negativas involuntarias” (p.177). Nadie las desea pero están en todo lugar
presente y virulento. Las empresas y los mercados se derrumban, domina la
escasez en la abundancia, los sistemas del derecho no abarcan los estados de
las cosas, la atención médica fracasa, los edificios racionales de la ciencia se
derrumba, los gobiernos se tambalean, las reglas cotidianas de la vida son
trastocadas.
En el mundo cambiante de las organizaciones, los nuevos sistemas de trabajo, la
nueva sociodemografía del mercado laboral, las nuevas formas de contratación y
en general las nuevas relaciones laborales, aparecen lo que se denominan
riesgos psicosociales emergentes. Así aparece la precarización como nuevo
riesgo laboral, definida como un proceso genérico de desmejoramiento de las
condiciones sociolaborales.
En este sentido, la temporalidad se corresponde con la pérdida de expectativas
laborales, menor retribución, escasa posibilidades de promoción y un mayor
riesgo de accidentabilidad laboral. Es decir la temporalidad en el trabajo lleva
aparejada, generalmente, una degradación de las condiciones laborales propias
de la contratación indefinida, sin que medie entre ambos diferencias de
cualificación o experiencia en el trabajo.
Cualquier decisión que se tome en una organización conlleva su riesgo, debido a
que pueden cambiar las condiciones. Cada organización está expuesta a riesgos
específico relacionado con su actividad principal. Así que cada institución debe
tener una estrategia para calcular los riesgos; una clave es estimando el impacto
como crítico. Moreno y Godoy (2012) señala al respecto que:
La gerencia en el presente siglo debe centrar su atención en lo que suceda tanto
dentro como fuera de la organización, con la finalidad de poder competir en
entornos cada vez más cambiantes y sobre todo mejorar las condiciones
laborales(…) de su talento humano(p.40).
La gerencia de hoy implica concienciación de los cambios profundos, lo que
requiere considerar al factor humano como el aspecto crítico esencial por lo que
se requiere cambio de paradigmas y de cultura de las Universidades. Así la
expectativa como anticipación de futuro tiene una función de seguridad, de reducir
la incertidumbre o la ambigüedad del aparente caos de las situaciones y
acontecimientos venideros. En tal sentido, identificación o determinación de
expectativas permite a la universidad ajustarse con éxito a entornos dinámicos.
En este aspecto Terán (2015) señala que uno de los temas que afectan y
destruyan las relaciones humanas, de todo tipo son las expectativas. Es común
iniciar relaciones personales, afectivas y laborales, entre otras, cargadas de
expectativas, no siempre compartidas entre las partes. En una relación las
expectativas deben ser debidamente expresadas, compartidas y negociadas,
aunque para el autor citado “sería preferible sin expectativas, pero no es fácil
lograrlo” (p.1). A muchas personas no se le conoce de verdad, ni nos planteamos
conocerlas porque en realidad se quiere la imagen que nos hemos hecho de ella.
Las expectativas no deben confundirse con los objetivos y siempre es necesario,
precisarlas lo mejor posible y compararlas con los recursos disponibles para
alcanzarlas, definiendo que tan realistas son. En este aspecto vale citar un
pensamiento del politólogo conocido como Barón von Stein “Hay que tener
aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas”
No obstante, Livingston (2003) plantea que los gerentes sobresalientes se
caracterizan por su habilidad para crear expectativas de un comportamiento de
alto nivel, que efectivamente logran los miembros de su equipo. No obstante,
antes que puedan producir resultados, las expectativas deben pasar la prueba de
la realidad. No se motivan los miembros de un equipo para alcanzar un alto nivel
de productividad, a menos que ellos consideren las expectativas realistas o
factibles.
ISSN: 1690-0685
Recibido Aceptado
Noviembre, 2017 Febrero, 2018
Páginas
3
Depósito Legal: pp200202AR286
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