Almayer 5
Todo sobre ella, mi madre/ Hercilia Castro
Llevo días sin poder escribir de ella, de Obdulia,
“Buyita”, como le decían en su Taxco cuando era
joven y hermosa. Sin poder detenerme a admirar su
belleza, tal cual, desde la vida hasta su muerte.
Obdulia, como la bautizó mi abuelo Simón Balderas,
nació en La Cuadrilla de Xitinga, Guerrero, un
mineral encayado en el municipio de Tetipac. Ahora
ya con 77 habitantes, casi un pueblo fantasma. A
Buyita le tocó ser la menor de 5 hijos y, a la breve edad
de 5 años, después de que fallece mi abuelo, mi madre
y mi abuela, Silviana Sánchez Aparicio se mudan a
Taxco de Alarcón. Corren los años 40.
Hablo de ella y recuerdo sus memorias, sus memorias
son las que hablan por mi esta vez, como cuando me
contó de que durante la Segunda Guerra Mundial, a
los niños los ponían a marchar en receso, haciendo
simulacro de una invasión. También, de la carencia de
agua y las largas filas que hacían para ir a una fuente
por una cubeta de agua que salía de a chorrito. De
cuando se enamoró del padre, de sus primeros cuatro
hijos y que un día le dijo que iba a ir por cigarros y la
abandonó.
A veces olvido detalles y lamento después. Lamento
haber olvidado los nombres, fechas y detalles que me
daba ella de su vida, la gran vida que me dio, la mala
vida que le tocó de joven, antes de conocer a padre (no
hablo de él porque es otra historia). Detesto no
recordar bien la mesa altísima en la que se asomaba
una marqueta de azúcar o como cuando el abuelo la
cargó en brazos para ir al mitin del doctor Juan Isidro
Andreu Almazán, en 1939; aunque decía que, a pesar
de la simpatía, le hicieron fraude al médico. Yo
supongo desde ahí ella vio la inconformidad popular y
también, que heredó la rebeldía de mi abuelo.
Tal vez no recuerdo todos sus momentos, en parte
porque era muy niña cuando me contaba las cosas y no
entendía, que la vida se acaba de tajo y no volvemos a
escuchar la historia de quienes nos aman.
Tal vez, la memoria de mis días con madre sea la de la
última parte de su vida, como cuando fuimos a ese
congreso en Plaza Cuauhtémoc (tenía apenas unos 8
años) y ella entró a un gran salón lleno de hombres, me
dejó afuera en los juegos infantiles, pero movida por
la curiosidad entré donde se llevaba a cabo un
congreso universitario (ella fue académica en la
Universidad Autónoma de Guerrero). Entré justo
cuando aplaudían y se ponían de pie, aplausos fuertes
y muchos bravos, ella estaba en el pódium recibiendo
Al saber la cancelación de la privatización de la bahía 2013
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