Revista Pesca marzo 2019 REVISTA PESCA MARZO 2019 | Page 70
su operación asociada con relación al control del Río de la Pla-
ta, el Atlántico sur y, al mar austral de las Malvinas, Georgias y
Sándwich del Sur y Tierra del Fuego, para controlar la Antárti-
da y el acceso al Pacífico.
¿Por qué desde el año 1494 Portugal tenía interés en quedarse
con la Banda Oriental?, sino era, por su posición estratégica en
el Río de la Plata y el acceso a los ríos Uruguay y Paraná, per-
mitiéndole, una libre navegación en la cuenca superior, y, ¿por
qué España crea en 1776 el Apostadero Naval de Montevideo,
su más importante autoridad naval en el Río de la Plata y el
Atlántico Sur hasta el Cabo de Hornos?, sino era con el objeto
de controlar el acceso al Pacífico, el estrecho de Magallanes y
el paso de Drake y, ¿por qué en San Ildefonso, se dispone la
presencia permanente de dos fragatas en el Río de la Plata,
una en las islas Malvinas y, otra en Montevideo?
¿Y qué está haciendo Argentina en pleno siglo XXI, con un
MERCOSUR deprimido y mientras nuestros vecinos Brasil y
Chile tienen fortalecidas sus fuerzas armadas? Mantiene con
Uruguay una Comisión Administradora del Río de la Plata
(CARP) y otra Técnica Mixta del Frente Marítimo (CTMFM),
compuesta de nueve funcionarios argentinos con inmunidad
diplomática que se reúnen una vez por mes, con altos sueldos
en dólares, como si no fuera más eficiente, a estos efectos y,
con los resultados a la vista después de cuatro décadas, asig-
narles estas tareas al Subsecretario de Puertos, Vías Navega-
bles y Marina Mercante y, al Subsecretario de Pesca, cuyas
obligaciones relativas al Tratado aprobado por Ley 20.645 ya
le están asignadas en las normas que indican a ambas Autori-
dades de Aplicación, entre otras, la ejecución de las tareas de
control y fiscalización de los puertos, vías navegables, conce-
siones y contrataciones, así como para llevar a cabo las políti-
cas, programas y estudios referidos a las actividades portua-
rias, al transporte fluvial y marítimo y a la marina mercante
nacional y, en la conducción y ejecución de la política pesque-
ra nacional, regulando la explotación, fiscalización e investiga-
ción, entre otras funciones.
Qué hacen en la Comisión Técnica, diplomáticos que carecen
de conocimientos técnicos específicos y, también señores co-
mo Tomás Gerpe y Otto Wohler que fueron incapaces de con-
ducir las funciones que tenían asignadas en la Subsecretaria
de Pesca y en el INIDEP. Por su parte, se ignoran los motivos
por los cuales, el ex Subsecretario de la Sec. General de la
Gobernación Mario Etchevarren que, según página/12, tiene
varias denuncias penales por recaudación ilegal, narcotráfico y
prostitución de menores; el Ing. Agr. Walter Feldkamp, un
hombre dedicado a la agricultura que apoya el uso del glifosa-
to en esa actividad y, María Felicitas Rodríguez, una señora
presidenta de la UCR Uruguay dedicada a la ganadería, fueron
designados, sin antecedente afín alguno, ante la Comisión Ad-
ministradora del Río de la Plata.
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Algún perspicaz podría decir: «piedra libre atrás de la beca de
la Comisión del Tratado». Y así nos va.
Se han realizado trabajos técnicos, simposios y reuniones, etc.
para justificar la gestión y, podrían agregarse otras labores,
como la construcción del canal Martín García o el diseño del
FREPLATA. Todas tareas que ya están asignadas en las com-
petencias de otros organismos de Argentina y Uruguay, que
tienen acreditados científicos y profesionales, además de con-
tar con los recursos económicos para ejecutar las funciones
que les son propias. Este importantísimo Tratado de Integra-
ción, que significó grandes esfuerzos a ambas naciones para
su concreción, ha sido reducido a una dependencia burocráti-
ca, con escasa creatividad, y, sin sustanciales avances, con
relación a los objetivos superiores de potenciar el desarrollo de
la raíz común de ambos pueblos y su integración económica y
social.
Vemos, a algún funcionario haciendo declaraciones de índole
ajena a sus responsabilidades específicas y, ninguna, para tra-
tar de profundizar este tratado de cooperación argentino-
uruguayo y, es notable que durante la etapa fundacional de
los siglos XVIII y XIX, se pudo entender más la importancia
del Río de la Plata y su integración geopolítica, que, en estos
años transcurridos desde la gestación del Tratado.
Un río con 30.212 Km 2 de superficie y 290 km de longitud, por
el que ingresan el 95% de las importaciones argentinas y uru-
guayas y egresa el 80% de sus exportaciones; donde, desde
Buenos Aires a Santa Fe se radica el 80% de la industria na-
cional y, que, sobre ambos márgenes viven el 60% de los po-
bladores, parece bastante insólito que las Comisiones de Admi-
nistración y, Técnica Mixta, se dediquen solo a administrar el
río y su stock ictícola. Ya habían entendido los portugueses en
el siglo XV y, luego los ingleses, los brasileños y rioplatenses
que la Banda Oriental y la Cuenca del Plata eran estratégica-
mente fundamentales por su proyección al Atlántico Sur y su
acceso a la hidrovía. Ahora, países independientes, es de es-
perar una asociación estratégica, generosa y amplia, que po-
tencie los intereses binacionales, derivados de este «puente de
unión» y esta extraordinaria «puerta al mundo».
Se avanzó en esta integración, cuando se creó en 1960 en
Montevideo la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC), luego ALADI; con el Tratado de Límites del Río Uru-
guay aprobado por ley 15.868 durante la gestión de Frondizi
en 1961; con el Estatuto del Río Uruguay de 1976 ratificatorio
y complementario del Tratado; y, en 1964 cuando se firmó el
Convenio entre YPF y la ANCAP del Uruguay y, también, cuan-
do ambos países acordaron el monitoreo conjunto del río Uru-
guay con motivo del funcionamiento de la pastera Botnia; aun-
que, claro está, fue la Comisión del Río Uruguay quien inter-
vino en la búsqueda de una solución al conflicto ambiental,
para resolver una cuestión traumática que, habiendo dejado
heridas profundas entre dos países hermanos, deberá resol-
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