Revista Pesca marzo 2019 REVISTA PESCA MARZO 2019 | Page 69
EL DESTRATO DEL RÍO DE LA
PLATA Y SU FRENTE MARÍTIMO
Para el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, este río
se extiende desde el paralelo de Punta Gorda (Uruguay) hasta la
línea recta imaginaria que va de Punta del Este (UY) con Punta
Rasa (Argentina), habiéndose establecido una franja costera de
jurisdicción exclusiva de siete millas entre el límite exterior del
Río de la Plata y la línea recta imaginaria entre Colonia (UY) y
Punta Lara (AR) y, de una distancia de dos millas desde esa línea
hasta el paralelo de Punta Gorda. El Tratado incluye, las inflexio-
nes necesarias de sus límites exteriores para que no sobrepasen
los veriles para seguridad de la navegación en los canales de las
aguas de uso común y de acceso a los puertos y otras cuestiones
relativas a los buques, a las acciones relativas a la pesca susten-
table y la contaminación de las aguas, etc.
Respecto a la franja costera de los países vecinos, al tratarse de
un río, la Argentina no adoptó la ley 17.094 que establecía un
mar territorial de 200 millas, pero tampoco aplicó las líneas de
base que se aprobarían varios años después por Ley 23.968.
En la «Convención Preliminar de Paz» el Gobierno de las Provin-
cias Unidas del Río de la Plata y el Reino del Brasil acordaron en
1828 la independencia de la Banda Oriental, luego Uruguay; al
tiempo que establecieron en una cláusula adicional, que, por
quince años, se aseguraba la libre navegación para ambas nacio-
nes; sin embargo, no se fijó el mar territorial y, ello generó dife-
rencias, a punto de provocar algún conflicto armado y dio lugar,
145 años después, a la firma del Tratado del Río de la Plata y su
Frente Marítimo, en Montevideo el 19 de noviembre de 1973, el
que fue ratificado por nuestro país mediante la Ley 20.645 y por
Uruguay por Ley 14.145, dando fin a los graves desentendimien-
tos entre dos países, original y, culturalmente hermanos, el 16
de agosto de 1976 se constituyó la Comisión Técnica Mixta del
Frente Marítimo (CTMFM), quien realizó su primera sesión plena-
ria el 4 de febrero de 1977.
Ambos gobiernos, con el propósito mutuo de eliminar las dificul-
tades derivadas de una indefinición respecto a los límites y dere-
chos del Río de la Plata, celebraron este Tratado que fue el re-
sultado de una política de Estado iniciada en 1910 por Roque
Sanz Peña, quien luego sería Presidente, continuada en 1964
por el Canciller Miguel Angel Zavala Ortiz y firmada en 1973 por
el Canciller Alberto Vignes, junto a su par uruguayo, que preten-
dió, ir mucho más allá de una cuestión de límites, peces y am-
Revista Pesca marzo 2019
biente, sino «sentar las bases de una más amplia cooperación
entre los dos Países y estrechar los arraigados vínculos de tradi-
cional amistad y hondo afecto que unía a sus Pueblos» y, como
refirió el Presidente Juan Domingo Perón el 19 de noviembre de
1973: «Será éste el instrumento más eficaz en la defensa de in-
tereses comunes a los dos pueblos, una acción ejemplar en el
orden internacional. Suscribir el protocolo de la fraternidad uru-
guaya y argentina -decía Sáenz Peña- no es crear una política
distinta de la que nos viene impuesta por nuestra tradición, es
consagrar, para siempre, la fraternidad uruguaya y argentina. Un
mismo cielo cubre nuestras aguas, su azul se refleja en el y en
nuestras banderas. Aceptemos ese simbólico abrazo de la natu-
raleza como un signo de fraternidad que nos convoca a la paz, al
trabajo en común, a la prosperidad y a la felicidad de nuestros
dos pueblos»
Cuarenta y cinco años después, los resultados de uno de los
más importantes tratados de integración latinoamericana son
verdaderamente escasos, limitándose, a una discutida adminis-
tración del Río y de la Zona Común y, sin avanzar, en “ la más
amplia cooperación entre los dos países ”, espíritu, que se expre-
só, en los considerandos que fundaron el Tratado y en los hom-
bres que lo promovieron.
El delimitar las jurisdicciones de los países en el río y los alcances
de las actividades, no debiera operar como una suerte de muro
separador, sino por el contrario, consolidar una gran puerta de
entrada y de unión de dos territorios vecinos, con una historia y
cultura común y, con la necesidad, de actuar en forma sinérgica
es las cuestiones económicas y geopolíticas, de cara al mundo,
de ocupación del Atlántico Sudoccidental y de comunicación al
Pacífico.
En esa lucha de intereses del siglo XIX entre Brasil y Argentina,
que dio lugar -con intervención de Gran Bretaña- a la indepen-
dencia del Uruguay en 1828, dejamos de lado ese territorio co-
mún y a sus habitantes, genéticamente unidos a nuestro país y
viceversa. Olvidamos también, que la Reconquista de Buenos
Aires en 1806 fue posible gracias al aporte económico y a la for-
mación de milicias de los comerciantes de Montevideo y, a las
tropas allí destacadas, que bajo el mando de Liniers, nos liberó
de los ingleses y, más aún, perdimos de vista, lo que ya el Virrei-
nato conocía perfectamente: la posición estratégica de los puer-
tos de Montevideo y Buenos Aires en cada extremo del plata, y
66