Revista Pesca marzo 2019 REVISTA PESCA MARZO 2019 | Page 34
na Patrice Brehmer, oceanógrafo del Instituto de Investiga- nos tiempos, los miles de trabajadoras de estas instalaciones,
ción para el Desarrollo y coautor del estudio que ha revelado casi todas mujeres, lograban ganar más que los pescadores
que con los que a menudo estaban casadas, lo que les permitía
el
calentamiento
de
las
aguas
está
empujando
la sardinella hacia el norte.
ahorrar lo suficiente para comprar motores, e incluso barcos,
nuevos.
Debido al desequilibrio creciente entre población y naturaleza
en la corriente de las Islas Canarias, los pescadores se pre-
guntan si no se verán forzados a volver dentro de poco a la
pobreza de sus poblados ancestrales. Ibrahima Samba antes
se ganaba la vida a duras penas cultivando cacahuetes y mijo
en el terreno que su familia tenía a las afueras de la ciudad
senegalesa de Mbour. Cuando la lluvia empezó a llegar dema-
siado pronto o demasiado tarde, se sumó a los agricultores Un trabajador en una fábrica de pienso para pescado de la empresa
que cambiaban las azadas por redes. "Nos dábamos cuenta Omaurci,
de que el clima estaba cambiando. Las cosas nunca iban co- KAOUI REUTERS
en
Nouadhibou,
Mauritania. SYLVAIN
CHER-
mo esperábamos, y siempre nos encontrábamos con sorpre-
sas", cuenta. "En el mar, sales ese mismo díay vendes. Ade- Una de ellas es Rokeya Diop, una figura matriarcal respetada
más, no necesitas ser un profesional. Veíamos que los pesca- por su comunidad. Actualmente, la humareda acre que flota
dores tenían coches bonitos y que se construían casas, así sobre el complejo casi desierto acompaña a su estado de áni-
que nos unimos a ellos". mo. Bajo su mirada, las encargadas de mantener el fuego
siguen cumpliendo con su tarea de alimentar los hornos va-
Tras 22 años trabajando en la pesca, Samba afirma que el cíos con la paja que sirve de combustible, utilizando largas
cambio climático está volviendo a amenazar su medios de varas para remover de vez en cuando las cenizas ardientes.
vida, esta vez al ahuyentar a la sardinella . "Los que vendieron Las fábricas, sin embargo, están dispuestas a pagar por
sus tierras seguramente van a tener problemas, ya que es la sardinella el doble de lo que Diop y sus amigas pueden
probable que tengamos que volver a cultivar". ofrecer, lo cual deja a estas con las manos vacías de todo
menos de tiempo. "Cada día estoy aquí hasta las 10 de la
Los efectos de las fábricas de harina de pescado son visibles noche, pero vuelvo a casa sin nada", cuenta apenada hacien-
en los rostros de las mujeres de la zona. No lejos de la playa do chocar las palmas de las manos.
de Joal-Fadiouth, perezosas columnas de humo se elevan en
espiral desde un grupo de hornos al aire libre en los que se Aunque la demanda de las plantas de procesado es uno más
han puesto a secar apretadas filas de sardinella sobre las ce- de los muchos factores que afectan a la cantidad de pescado
nizas incandescentes. Antes, gran parte del pescado se mari- disponible en Senegal de una estación a otra, en la costa cre-
naba y se servía sobre una base de arroz picante en el plato cen los rumores de que en el mar se están produciendo cam-
nacional senegalés, conocido como thiéboudiène . En los bue- bios mucho mayores.
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