Revista Pesca abril 2018 REVISTA PESCA ABRIL 2018 | Page 71
GOBERNAR EL MAR AUSTRAL
CHILENO
Visiblemente preocupado por las cir-
cunstancias, a fines de enero último el
actor Javier Bardem se sumergió en un
punto de nuestro Mar Austral para pro-
mocionar el santuario antártico que,
junto a otras importantes ONGs,
Greenpeace propone que a fines de
este año se sancione en la Reunión de
los Estados Partes de la Convención
para la Conservación de los Recursos
Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA).
Como se sabe, esta Convención suscri-
ta en 1982 es uno de los pilares del
Sistema del Tratado Antártico (Chile es
‘coautor’ de este instrumento único y
complejo).
Precedido por su fama de ‘super-malo’,
el señor Bardem se ha convertido en-
tonces en uno de los símbolos de la
campaña de Greenpeace destinada a
imponer un régimen jurídico que con-
tenga medidas de monitoreo, evalua-
ción y control efectivas de la explota-
ción del krill antártico para, en definiti-
va, asegurar la sostenibilidad de los
ecosistemas que sostienen importantes
poblaciones de aves y mamíferos ame-
nazados por la pesca industrial de di-
cho recurso.
Solo como referencia histórica, en
1893 con la ‘Ley que Regula la Caza y
Pesca de Focas, Lobos Marinos, Nutrias
y Chungungos’, Chile fue el primer país
en regular la explotación de los recur-
sos vivos marinos de la Antártica Ame-
ricana. En función de este y otros ins-
trumentos jurídicos, sucesivos gobier-
nos regularon la explotación de mamí-
feros antárticos, incluidas las activida-
des que desde 1906 realizo desde la
Isla Decepción la Sociedad Ballenera
de Magallanes.
Pero eso fue hace largo tiempo atrás…
Más recientemente, diversas organiza-
ciones de la sociedad civil (entre las
que se cuentas BirdLife International,
Oceana y Global Fishing Watch auspi-
ciada por el también actor Leonardo di
Caprio), han pedido que, en el marco
de la CCRVMA, los países del Sistema
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del Tratado Antártico adopten medidas
concretas tales, como por ejemplo,
evitar la concentración de la pesca del
krill en las áreas costeras próximas al
sector occidental de Península Antárti-
ca (Tierra de O’Higgins), que se exigie-
ra la presencia de observadores cientí-
ficos en todas y cada una de las cerca
20 naves que operan en ese sector, y
que se reforzara el control y la inspec-
ción de los buques factoría. Esto últi-
mo, para controlar los trasbordos de
las capturas hacia estas últimas naves
que, en vista del retroceso del hielo
marino producto del cambio climático,
durante casi todo el año operan en la
Antártica.
Desde el punto de la defensa de la
soberanía antártica chilena, subestimar
la capacidad de gestión y de influencia
de estas organizaciones no guberna-
mentales puede resultar en ‘un error
geopolítico tipo 1’.
Lo anterior porque ha sido la incerti-
dumbre del impacto acumulativo de la
pesca industrial del krill sobre la soste-
nibilidad de las poblaciones de aves y
mamíferos antárticos lo que ha movido
a estas ONGs a montar una iniciativa
global que, en el sitio web de Green-
peace y en las redes sociales, está a
pocos clicks se transformarse en una
avalancha de presión política irremon-
table para los países del Sistema del
Tratado Antártico incluido, por supues-
to, Chile.
En lo principal esto ocurre porque, mi-
rado el problema desde la óptica de la
‘conservación en serio’ y del gobierno
efectivo sobre el uso de los recursos,
las demandas resumidas más arriba no
son sino cuestiones de sentido común.
Lo complejo para el interés permanen-
te del país (el control y el uso de los
recursos de nuestro Mar Austral), es
que estas medidas deban ser exigidas
por organismos extranjeros y personas
anónimas a través de la internet, pues
más allá de cualquier explicación admi-
nistrativa, la realidad indica que los
problemas denunciados no han sido
debidamente atendidos por el Estado
chileno. Que lo mismo esté ocurriendo
en el sectores africano y australiano de
la Antártica no es, necesariamente, un
problema nuestro, pues, entendido el
problema desde el punto de vista de la
soberanía, es responsabilidad de los
Estados que reclaman esas regiones
polares controlar la pesca industrial
que en ellas tiene lugar. Esta es la
realidad. Como en años recientes he-
mos visto en Iraq, Afganistán, Libia,
Siria, Ucrania y, muy importante, en el
Océano Pacifico Occidental y el Ártico,
‘la geopolítica está de vuelta para que-
darse’.
En este mismo contexto – y al parecer
como un sucedáneo de la iniciativa de
Greenpeace – durante la temporada
estival que comienza a culminar nos
hemos ente