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madera, para el invierno, que instaurará una especie de pequeña muerte, al menos en las
actividades exteriores. Sin duda, será posible patinar y deslizarse, se sacarán los trineos
de largos patines, pero el frío es rudo y las tormentas de nieve son, a menudo,
mortíferas.
Los meses que siguen reciben nombres muy antiguos, cuyo sentido no se termina de
captar: "frermanadr" o "ylir", a partir de la mitad de noviembre, "hrutmanadr" o
"mörsugr" o también "jólmanadr" (reconocemos aquí el nombre de jól, moderno jul,
nuestra Navidad), que comenzaría en la mitad de diciembre, después, hacia mediados de
enero, "thorri", y un mes después, "goi". Thorri y goi remiten probablemente a
divinidades arcaicas de la fertilidad y fecundidad o de la vegetación, teniendo las
aplicaciones a los dos meses más duros del año un valor evidentemente propiciatorio.
Queda "einmanadr", hacia mediados de marzo, que cierra el misseri de invierno y, de
esta manera, el año tal como lo hemos seguido.
Esta división de los meses corresponde en realidad a las fases de la luna, con el
conocido desfase que de ellas se sigue. Este desarreglo fue compensando, al menos en
Islandia, por la creación de un "sumarauki" "aumento del verano", que debemos
entender como la institución de unos días sobrantes destinados a cubrir el retraso.
Estos meses de invierno pueden manifestar una vida lenta, al menos en lo que concierne
a las actividades del exterior. Pero sin embargo, no son aburridos ni improductivos.
En primer lugar, están todos los trabajos que hay que realizaren la casa y para los que
hasta entonces había faltado tiempo. Trabajos de hilado y tejido, de corte y costura, de
tapicería y bordado, que exigen paciencia y aplicación. Luego están las reparaciones de
herramientas y la preparación de las piezas que entrarán en la confección del barco,
carretillas, trineos, etc. Y después, por la noche, en la velada que es muy larga, se talla
la madera, se la esculpe. Esto dará lugar a los bellos largueros del asiento elevado, o a
los mascarones de proa del langskip, o a decoraciones de todo tipo, como las que se ven
en los diversos objetos encontrados en el barco tumba de Oseberg (Noruega, siglo IX).
En la fragua, los smidr (artesanos) se entregan a su trabajo. Independientemente de la
calidad artística de sus realizaciones, fabrican igualmente cerraduras y llaves de un
ingenio y una complicación sorprendentes. Se ha demostrado que trabajaban sobre
modelos romanos, pero eso no impide que se necesitara un saber consumado para hacer
aquella cartera de casillas, en la que cada hilera de casillas corresponde a uno de los
principales tipos de moneda que tenían curso en Occidente en esa época, o, todavía
mejor, una extraordinaria balanza de pesar plata picada, de la que se han hallado varios
ejemplares similares, que se podía plegar por completo para su transporte en sus dos
platos semiesféricos, que encajaban uno en el otro para formar una caja que se guardaba
en una bolsa de cuero. También estaban las espléndidas joyas, broches, collares,
pulseras de oro, plata o bronce que, a menudo, parecen llevar el trabajo del metal
precioso al límite de sus posibilidades.
No parece que los meses del misseri de invierno hayan sido particularmente tristes,
desocupados o sombríos. En este largo período tenía lugar oportunamente la gran fiesta
de "Jól". Era el solsticio de invierno, cuya celebración se pierde en la noche de los
tiempos. No es difícil imaginar que en épocas muy lejanas, el terror de no ver nunca
más el sol haya suscitado grandes ritos de propiciación. Todavía en la época vikinga se