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·La
La Vestimenta.
El vikingo, en su casa, lleva un pantalón que es bien largo y con cierto vuelo, como el
nuestro de hoy día, bien ceñido como un pantalón de esquí, o bien ahuecado como los
calzones de zuavo de no hace mucho (depende de las zonas), por encima de unos
calzones largos de lana. Se cubre el torso con una camisa amplia que llega hasta medio
muslo y que se entalla con un cinturón de cuero, a veces realzado con placas de bronce
decoradas. Puede llevar igualmente una especie de camisa de cuello cuadrado y mangas
largas. En la cabeza, un gorro de fieltro o lana, o un sombrero de fieltro que podía ser de
diversos tipos. En los pies, zapatos hechos de una única pieza de cuero ingeniosamente
doblada, reforzada a veces con una suela y atada alrededor del tobillo con un cordón
enrollado. En las manos, gruesas manoplas de lana o fieltro.
En ocasiones el pantalón es amplio y un poco plegado, un poco al estilo de los
pantalones de golf. Por encima de la camisa, una especie de capa de tejido de una sola
pieza, sin mangas, fijada por encima del hombro derecho o justamente delante de éste,
mediante uno de esos broches ovalados que los arqueólogos han encontrado en grandes
cantidades. Esa capa deja libre el brazo derecho, que debe poder coger fácilmente la
espada colgada en el lado izquierdo de la cintura. De este modo, el faldón libre puede
engancharse en el broche cuando quien lo lleva quiere montar a caballo.
En general conserva toda la barba, aunque esto no es obligatorio. No desdeña trenzarse
la barba, y le gusta cuidar con esmero su larga cabellera, al contrario de lo que muchos
piensan, debido a las imágenes estereotipadas que nos han llegado a lo largo de la
historia de estas gentes. Se ha observado, que su vestimenta, en lo referente a sus
elementos principales, tiene mucha afinidad con la de los lapones de nuestros días.
La mujer se viste también de modo bastante práctico. La ropa interior, en su acepción
moderna, es desconocida. El vestido principal es uno largo, de manga de diversa
longitud, de lana plisada, que puede abrirse sobre cada uno de los senos, al estar casi
siempre en cinta durante su período de fecundidad, para permitir la lactancia del bebé.
Ese gesto es posible gracias a dos broches ovalados o redondos, idénticos y muy a
menudo hermosos y artísticos, eventualmente de metal precioso y trabajado.
Por encima de este vestido, lleva una especie de delantal hecho de una pieza de valioso
tejido, rectangular y bordado, o bien de una pieza, o bien de dos faldones simétricos, o
también susceptible de dar toda la vuelta al cuerpo. A este delantal están enganchados, a
la altura del pecho izquierdo, los accesorios indispensables para la costura. Los brazos
están adornados con pulseras, muy a menudo joyas de gran calidad. Los cabellos,
trenzados o en cola de caballo, o recogidos en un moño, están protegidos de ordinario
con una pieza de tela, una especie de fular anudado en la nuca. Es la manera distintiva
de una mujer casada.
Existe también un gran chal sostenido en la parte alta del pecho por un broche o fíbula,
moda que podría ser de origen bizantino, como otros muchos otros rasgos de una cultura
que estuvo constantemente en relación con la ciudad imperial por el itinerario comercial
llamado "la ruta del Este", y que puede ser amplio, terminado, en ese caso, en punta en
la espalda, o ajustado. Ya se trate de la mujer o del hombre, no se puede dejar de