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el bienestar, la fertilidad o fecundidad y una convivencia pacífica. Según Saxo
Gramático, esa ofrenda se hacía a Frey o a la diosa Freya. La Thrymskvida de la Edda
Poética menciona por su parte a una diosa menor, poco conocida, Var, que escucha y
promueve las promesas. La misma Thrymskvida hace alusión a lo que parecen ser ritos
más venerables, tales como ofrenda de sacrificios de animales (el poema habla de vacas
de cuernos dorados y bueyes negros) y, sobre todo, de la consagración por el martillo de
Thor, práctica muy antigua y que ha sobrevivido en Suecia hasta el siglo pasado, bajo la
forma del hammarsäng, el hecho de ocultar un martillo en el lecho nupcial para asegurar
la fecundidad de la pareja.
Sin embargo, pese a todo, no se puede afirmar que existiera una casta de sacerdotes
dedicados exclusivamente a los ritos y actos religiosos. Parece ser que el cabeza de
familia o del clan era el encargado de dirigir los oficios. En cualquier caso, se ignoran
qué fórmulas podían pronunciarse en este caso y bajo qué auspicios se situaba
expresamente el rito. Cada uno de los grandes dioses podía muy bien presidir la
fertilidad y queda por saber, por otra parte, si el matrimonio se colocaba realmente bajo
el signo de una figura divina determinada, o más bien bajo la tutela de deidades
colectivas como dises o alfes.
Es al jefe de familia o del clan a quien le corresponde la responsabilidad de abrir el
banquete nupcial, en el curso del cual, como en todo banquete solemne, los brindis se
dirigen en primer lugar a los dioses, donde los textos nombran a Odín, Thor, Njörd,
Frey y "todos los dioses" y luego a los grandes antepasados, de uno y otro clan o
familia. Este momento era un tema capital, pues consagraba la perpetuación del linaje
en una cultura en la que los antepasados no han muerto realmente nunca según sus
creencias y en la que el primer deber de un ser humano es no atentar contra lo
establecido.
Una vez iniciado el banquete, se comienza a beber y comer sin límites, siendo la
borrachera el final normal de un festín y más de esta índole, hasta el punto de que antes
de comenzar se juran todos mutuamente que no tendrán en cuenta las palabras que se
digan o den cuando estén embriagados por la bebida.
El festín estaba entrecortado por diversos tipos de entretenimientos y desde luego,
duraban mucho tiempo. Se recitaban poemas o relatos, había cantos y danzas, estas
últimas probablemente de carácter ritual, etc.
En la primera noche de bodas, los recién casados serán acompañados a su lecho nupcial.
No se cita en ningún lado que la consumación de su matrimonio debiera ser constatada
por expertos, aunque tampoco se excluye la posibilidad de que así fuera, como en otras
culturas. A la mañana siguiente de esa primera noche en común, el esposo debe hacer
un bonito regalo a su esposa: una joya delicadamente trabajada, ropa de magnífico lino,
un cofre de madera esculpida, etc. Es lo que se conoce con el nombre de Morgingjölf, el
regalo de la mañana, que se convertirá en una tradición durante mucho tiempo.
Después de la celebración, la esposa tomará las llaves de la casa y tendrá muchos hijos,
pese a la elevada mortalidad infantil. Ella hará de sus hijos hombres y mujeres dignos
del nombre de su linaje, los educará en el respeto a las tradiciones tanto de su clan como
del de su esposo y velará por inculcarles el sentido del honor familiar que jamás debe
perecer. Será el alma de su nuevo hogar.