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·Una
Una Boda Vikinga.
El matrimonio, que es con mucho el acto más importante de la vida en la sociedad
nórdica, no es un asunto que se deje jamás al azar. Tampoco es una cuestión de
sentimientos únicamente, aunque no se excluyan y tengan su importancia. Realmente es
un tema que no puede tomarse como estrictamente económico, pese a su relación
directa, ya que en principio, la palabra "Brudkaup", la compra de la novia, ya lo indica
en su traducción literal. La importancia más relevante de una boda es, sin duda, de
carácter social. No se trata de que se casen dos fortunas dadas, sino de la asociación de
dos familias o dos clanes, por medio de un vínculo sagrado y en principio indisoluble,
aunque se da de forma implícita, por supuesto, el hecho de que ni una ni otra parte es
pobre, no aplicando esta palabra ni necesaria ni exclusivamente a la ausencia de
riquezas materiales. Así pues, podríamos decir, que la novia no "se casa", sino que "la
casan".
En la sociedad nórdica, el concepto central y más importante, en torno al cual gira todo,
es la familia. Es ella quien gobierna y controla hasta los menores detalles de la
existencia. Desde el sentido militar al religioso, la familia rige un lugar vital en la escala
de valores.
En el proceso normal que conlleva una boda, se hace necesario el casamentero que, por
lo general, es un personaje amigo o pariente muy cercano del futuro esposo. Es quien se
encargará de proponer la unión y de arreglarla posteriormente con la familia de la novia.
La primera misión del casamentero es consultar a los responsables legales de la novia
para que le concedan el consentimiento de la unión y una vez recibido el "sí" por parte
de la familia de la futura esposa, se acuerda y fija la fecha de la ceremonia de los
esponsales (festarmál), la cual solía contar un plazo de alrededor de un año o año y algo.
Después se convienen las condiciones materiales. Lo ideal era que ambas familias
fueran de rango y fortunas similares. Todos los tratos que a ello se refieran, se harán
frente a testigos, pues se trata de un acto determinante, una operación a la vez
económica, social y, muchas veces, incluso diplomática o política. Conforme a la ley, se
acuerda que la novia aportará como dote (heimanfylgia) un conjunto de bienes de todo
tipo de un valor global determinado, equivalente a la aportación del novio, al que este
añadirá una pensión de un montante fijado por la ley en acuerdo a sus bienes y
pertenencias, llamado Mundr.
Aunque después del matrimonio corresponda al marido administrar el conjunto
compuesto por la aportación de la novia, la suya propia el Mundr, y mirar por su
rentabilidad, la casada sigue siendo propietaria de su Heimanflygia y del Mundr, en
caso de divorcio o separación, y es importante por tanto que se tomen todas las
garantías para que el asunto se resuelva a satisfacción de todos.
La mejor época para celebrar un matrimonio es a final de octubre, según nuestro
calendario, durante las tres noches que inauguran el invierno o Vetrnaetr. Las cosechas
están recogidas, el heno, el más preciado de todos los productos del suelo, ha sido
colocado en almiares y, una vez secado, almacenado; el ganado, o bien está recogido
para el invierno, o bien se ha sacrificado y se ha preparado para su conservación, igual
que el pescado seco (skreid) y la buena cerveza ya ha sido fabricada; los trabajos en el