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apreciado. Los platos se lavaban con grandes cantidades de cerveza hecha con cebada y
aguamiel hecha con miel fermentada y agua. También se hacía "bjorr", posiblemente un
licor fuerte hecho con zumo de fruta fermentada.
Desde el punto de vista de la salud, el valor de la dieta de los vikingos viene
determinado por un estudio realizado por Ole Klindt-Jensen en Islandia, basado en las
costumbres alimentarias que registran las sagas. Los resultados son los siguientes:
La vitamina A la recibían de los pescados, no el último lugar de vísceras tales como el
hígado y las huevas, de la carne de ballena y de la carne de león marino. Fueron también
una fuente importante de esta vitamina los pájaros marinos, la leche y la mantequilla de
los animales sacrificados en otoño. Los víveres, ya fueran secos o salados, podían
conservar su riqueza vitamínica durante todo el invierno.
La vitamina B se la aportaba fácilmente la harina molida con tosquedad; así como otros
alimentos ya mencionados resultaban importantes en este aspecto, por ejemplo, el
hígado, la yema de huevo, los mariscos, la leche, la mantequilla y el queso.
La vitamina C suponía un problema en una época en que no se conocían las patatas, los
limones y determinadas clases de verdura. Pero es probable que las cebollas y las bayas,
la carne y el pescado sustituyeran a esos artículos. El escorbuto debió representar un
gran papel, pero por lo visto, sólo en contadas ocasiones, por ejemplo, en largos viajes
en barco.
La vitamina D, cuya falta produce el raquitismo, se encuentra en los hígados de pescado
y en su grasa, pero también la leche y la mantequilla contienen vitamina D, como
asimismo otros productos de los rumiantes.
Todo esto significa que la alimentación de los escandinavos de aquellos tiempos,
aunque hoy se la juzgue valiéndonos del microscopio y de los modernos conocimientos
científicos alimentarios, era variada, vigorosa y rica en materiales de crecimiento.
Las copas habrían sido de madera o cerámica, los cuernos para beber también se usaban.
Las vasijas de cristal importadas sólo habrían sido usadas por los estratos superiores de
la sociedad. Las tazas, cuencos, cucharas y cazos eran de madera y casi todos han
desaparecido, ya sea porque se han descompuesto o porque los objetos de madera rotos
habrían sido tirados al fuego, como una fuente cómoda de combustible. Algunos
ejemplares, sin embargo, se han conservado en tierra anegada. La mayoría tienen
aspecto de haber sido tallados a mano, probablemente por miembros de la propia casa,
pero algunas vasijas fueron hechas con torno, dando a entender que algunos bienes de la
casa también fueron fabricados por carpinteros especializados.
El ama de casa también disponía de un bien surtido arsenal de utensilios de cocina para
diversos usos. Según muestran los hallazgos realizados en tumbas, de un equipo
corriente formaban parte artesas y cubos de madera, vasijas y cubetas, frecuentemente
con refuerzos de hierro y cucharas y paletas de madera. El herrero proporcionaba hachas
y cuchillos de hierro, espetones y asadores, y cacerolas y ollas de diversos tamaños.
Pero la mayor parte de las ollas se fabricaban con esteatita, material duradero y
fácilmente moldeable que se extraía sobre todo de Noruega y que seguramente