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el sostén económico, pero la evidencia de un empeoramiento climático desde los últimos siglos de la edad del bronce sugiere que la productividad podía haber decaído. Grontoft, una población rural al sur de Jutlandia que data del 200 a.C., arroja alguna luz sobre aquellos granjeros de la edad del hierro primitiva, cuyas viviendas tuvieron que ser muy similares a las de sus predecesores, agrupadas en poblados rodeados de vallas. En Grontoft vivían probablemente unas 50 personas y unas 60 reses, pero resulta difícil saber si esto era entonces una comunidad de tamaño medio. Sin embargo, hay señales de que los asentamientos rurales estaban aumentando en número y tamaño hacia finales de la edad del hierro primitiva. Una vez más, los indicios provienen principalmente de Dinamarca, donde varios emplazamientos de colonias ocupados durante este período, han sido reciente y extensamente excavados. Hodde, en Jutlandia, es uno de los asentamientos rurales del siglo I a. C. que se han encontrado en esa zona y tiene muchas características que se encuentran presentes en las aldeas danesas hasta el comienzo del período vikingo. En su máxima extensión, Hodde contó con 27 granjas, cada una compuesta de una casa larga con la vivienda y la cuadra bajo el mismo techo y un par de edificios subsidiarios más pequeños, tal vez graneros o talleres. Cada complejo estaba rodeado de una valla y la aldea entera estaba cercada por una valla común con puertas que permitían el acceso directo de cada granja a sus campos. Había una zona abierta (un campo comunal o plaza del pueblo) en el centro de los poblados. Una de las granjas era mucho mayor que las demás y puede que alojara al jefe de la aldea, con su familia y sus criados. La herrería, la fabricación de cerámica, la tejeduría y el hilado eran actividades corrientes, pero la vida de aldea se basaba en la cría de ganado y la agricultura, siguiendo las tradiciones de la edad del bronce, pero a mayor escala. Otros emplazamientos en Jutlandia muestran que junto a esas aldeas también había asentamientos agrícolas más pequeños con sólo dos o tres granjas, pero no sabemos por qué había tan grandes variaciones en la escala de establecimiento en el campo danés. La práctica de hacer ofrendas votivas y sacrificios continuó durante toda la edad del hierro. La enorme mayoría de las ofrendas recuperadas son armas, vasijas de cerámica o de metal que contenían alimentos y animales, pero varios descubrimientos espectaculares de sacrificios humanos han sido hechos en las turberas de Jutlandia. Esa gente del pantano (algunos están expuestos en los museos daneses en un increíble estado de conservación) nos permite reconstruir con una exactitud asombrosa el físico y el aspecto de alguna de la gente que vivió en las colonias agrícolas escandinavas durante la edad del hierro primitiva. Casi todos estos cuerpos han sido hallados accidentalmente por gente que extraía turba de los pantanos de Jutlandia, aunque algunos también han sido encontrados en situaciones parecidas en las islas danesas y en otras partes al noroeste de Europa. Sabemos que son víctimas sacrificatorias porque sus pies y manos están atados y en algunos casos llevan un nudo corredizo ajustado alrededor de sus cuellos. A algunos también les han cortado el cuello. La acidez de los suelos de turba ha conservado su piel y su pelo e incluso el contenido de sus estómagos, de un modo tan extraordinario que podemos descubrir detalles tales como su modo de peinarse e incluso lo que comían. Sabemos, por ejemplo, que el hombre de Grauballe, cerda de Silkeborg, en Jutlandia, había comido unas gachas de cebada, avena y trigo con algunas semillas de hierba poco antes de que le cortaran el cuello, un día del siglo I a. C.