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En Dinamarca, los bosques de hoja caduca proporcionaban robles para construir el
armazón de las casas y avellanos y sauces para tejer los paneles de mimbre que llenaban
los espacios entre los postes verticales de los muros. Éstos se cubrían luego con una
mezcla de arcilla y estiércol para que resistieran a la intemperie. Este tipo de relleno se
conoce como zarzo y revestimiento. Los edificios en los fuertes reales tenían muros de
madera sólida, pero éstos no se han descubierto aún en ningún establecimiento agrícola;
requerían grandes cantidades de roble y probablemente estarían por encima de las
posibilidades del granjero medio.
No hay muchos robles en Suecia y Noruega, salvo en el extremo meridional y por eso
las maderas blandas, de coníferas, se usaban para la construcción. Éstas proveían largas
y rectas maderas horizontales que se apilaban una sobre otra y tenían muescas en las
esquinas para formar juntas sólidas. La longitud de cada edificio dependía de la de los
troncos del árbol disponibles, y por eso estas casas consistían a menudo en series de
habitaciones independientes juntadas por los extremos para formar un solo bloque. Sin
embargo, a veces la granja consistía en varios edificios dispersos, cada uno con su
propia función. Las maderas más bajas de los muros descansaban generalmente sobre
una fila de piedras que formaban una solera y esto impedía que se pudriera la madera
con el suelo mojado. La solera también pudo haber soportado un suelo de madera, que
de este modo habría estado aislado y protegido de la descomposición. Las soleras de
piedra son a menudo toda la prueba que queda de los edificios en un asentamiento rural.
Un extremo de las casas vivienda se usaba como granero para almacenar los cultivos o
se tabicaba en cuadras para el ganado. Vivir bajo el mismo techo que los animales les
proporcionaba una fuente de calor para los habitantes. Así también se aseguraban de que
sus animales estaban a salvo de los ladrones de ganado, pues el ganado era una riqueza
considerable. Los cuartos habitados de la casa tenían un hogar en medio del suelo para
dar calor, luz y medio de cocina. No había chimeneas y el humo del hogar salía por
claraboyas en el techo, que estaba cubierto de paja, tepe o tablillas de madera, según la
disponibilidad de materiales locales. Había bancos a lo largo de las paredes.
Generalmente eran un parte integrante de la estructura y consistían en lomas de tierra
aplanadas y reforzadas con mimbre por delante. Había pocos muebles más y los bancos
servían tanto de asiento como de cama. En ellos se hacían trabajos manuales sencillos,
como hilar, tejer y hacer cestos, pero algunas granjas tenían edificios separados para las
actividades particulares. En Saedding se ha encontrado, por ejemplo, una herrería y
muchas granjas tendrían abastecimiento similar para hacer y reparar las herramientas
esenciales. Las chozas de suelo hundido que son una característica de las aldeas danesas
del período vikingo también pueden haber sido usadas como talleres para tejer, hacer
cerámica primitiva y trabajos similares.
Los edificios de las ciudades no necesitaban espacio para almacenar el grano o guardar
el ganado, por eso eran más pequeños que los de campo. Las mejores pruebas que
tenemos de casas de ciudad provienen de Hedeby, donde las condiciones anegadas han
conservado los cimientos y las partes más bajas de los muros de edificios de madera, e
incluso el aguilón completo de una casa, de unos cinco metros de altura. Las casas de
Hedeby eran rectangulares, de unos doce metros de largo y cinco de ancho. Los muros
se hacían con postes verticales y relleno de zarzo y revestimiento y estaban afirmados
en el exterior con postes inclinados. Había tres habitaciones; la mayor era la habitación
central, que contenía el hogar y las más pequeñas, una a cada extremo, proveían espacio