revista nórdica Mitologia_nordica.1474443498 | Page 64

En Dinamarca, los bosques de hoja caduca proporcionaban robles para construir el armazón de las casas y avellanos y sauces para tejer los paneles de mimbre que llenaban los espacios entre los postes verticales de los muros. Éstos se cubrían luego con una mezcla de arcilla y estiércol para que resistieran a la intemperie. Este tipo de relleno se conoce como zarzo y revestimiento. Los edificios en los fuertes reales tenían muros de madera sólida, pero éstos no se han descubierto aún en ningún establecimiento agrícola; requerían grandes cantidades de roble y probablemente estarían por encima de las posibilidades del granjero medio. No hay muchos robles en Suecia y Noruega, salvo en el extremo meridional y por eso las maderas blandas, de coníferas, se usaban para la construcción. Éstas proveían largas y rectas maderas horizontales que se apilaban una sobre otra y tenían muescas en las esquinas para formar juntas sólidas. La longitud de cada edificio dependía de la de los troncos del árbol disponibles, y por eso estas casas consistían a menudo en series de habitaciones independientes juntadas por los extremos para formar un solo bloque. Sin embargo, a veces la granja consistía en varios edificios dispersos, cada uno con su propia función. Las maderas más bajas de los muros descansaban generalmente sobre una fila de piedras que formaban una solera y esto impedía que se pudriera la madera con el suelo mojado. La solera también pudo haber soportado un suelo de madera, que de este modo habría estado aislado y protegido de la descomposición. Las soleras de piedra son a menudo toda la prueba que queda de los edificios en un asentamiento rural. Un extremo de las casas vivienda se usaba como granero para almacenar los cultivos o se tabicaba en cuadras para el ganado. Vivir bajo el mismo techo que los animales les proporcionaba una fuente de calor para los habitantes. Así también se aseguraban de que sus animales estaban a salvo de los ladrones de ganado, pues el ganado era una riqueza considerable. Los cuartos habitados de la casa tenían un hogar en medio del suelo para dar calor, luz y medio de cocina. No había chimeneas y el humo del hogar salía por claraboyas en el techo, que estaba cubierto de paja, tepe o tablillas de madera, según la disponibilidad de materiales locales. Había bancos a lo largo de las paredes. Generalmente eran un parte integrante de la estructura y consistían en lomas de tierra aplanadas y reforzadas con mimbre por delante. Había pocos muebles más y los bancos servían tanto de asiento como de cama. En ellos se hacían trabajos manuales sencillos, como hilar, tejer y hacer cestos, pero algunas granjas tenían edificios separados para las actividades particulares. En Saedding se ha encontrado, por ejemplo, una herrería y muchas granjas tendrían abastecimiento similar para hacer y reparar las herramientas esenciales. Las chozas de suelo hundido que son una característica de las aldeas danesas del período vikingo también pueden haber sido usadas como talleres para tejer, hacer cerámica primitiva y trabajos similares. Los edificios de las ciudades no necesitaban espacio para almacenar el grano o guardar el ganado, por eso eran más pequeños que los de campo. Las mejores pruebas que tenemos de casas de ciudad provienen de Hedeby, donde las condiciones anegadas han conservado los cimientos y las partes más bajas de los muros de edificios de madera, e incluso el aguilón completo de una casa, de unos cinco metros de altura. Las casas de Hedeby eran rectangulares, de unos doce metros de largo y cinco de ancho. Los muros se hacían con postes verticales y relleno de zarzo y revestimiento y estaban afirmados en el exterior con postes inclinados. Había tres habitaciones; la mayor era la habitación central, que contenía el hogar y las más pequeñas, una a cada extremo, proveían espacio