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Gunnlaug: Kormak. En otros casos se trata posiblemente de poemas compuestos para la ocasión por el mismo autor de la saga; es le caso, entre otros, de algunos poemas que se dice, en la Saga de Egil Skallagrimsson, que fueron compuestos por su autor a los tres años de edad. Igual que el escritor contemporáneo de novelas históricas puede inventarse documentos, libros y demás, el autor medieval de la saga podía inventarse, si lo consideraba útil o conveniente, alguna estrofa escáldica para dar así un tono más histórico a su narración. Por otra parte, aunque la cronología de las sagas no está del todo clara, parece que las primeras contenían un número mucho mayor de estrofas escáldicas y que, según pasaba el tiempo, éstas iban siendo menos numerosas, hasta llegar a la composición de sagas que, como la de Hrafnkel, no tenían ninguna o bieno otras sagas como la de Njál, que tenían muy pocas. Es decir, parece que según fue pasando el tiempo predominó cada vez más claramente el elemento de ficción y fue perdiendo importancia el aspecto histórico. Esto sería una evolución lógica a partir del origen de las obras de carácter historiográfico: las sagas empiezan como historias noveladas para acabar prácticamente en novelas de ambiente histórico. De manera que las sagas tienen una parte de verdad pero otra, tanto o más importante, de simple ficción. Pueden seguir utilizándose como fuentes históricas, pero no considerarlas como historias verdaderas al cien por cien, como pretendía la interpretación romántica. Nuestro segundo problema es explicar las variantes entre diversas versiones de las sagas. Se trata de una cuestión muy compleja en la que no podemos entrar en detalle. Señalaremos tan sólo que los manuscritos de sagas que se poseen son, además de muy numerosos, de muy diverso carácter y antigüedad. En general, no los hay de la época de redacción, es decir, no se trata de los manuscritos originales, no son autógrafos de los autores. Además, los manuscritos son a veces completos y a veces fragmentarios, en ocasiones se recogen las sagas completas y en otros casos sólo partes de ellas. Teniendo en cuenta que las sagas se copiaban y recopiaban, se compraban, vendían, prestaban y hasta robaban, y ello desde la época de su redacción hasta prácticamente el siglo XIX, no puede resultar extraño que aparezcan variantes, incluso considerables. El tercer problema es el del anonimato de los autores. Era perfectamente explicable en el caso del origen oral. En realidad el anonimato es algo peculiar de la literatura medieval, aunque probablemente menos de lo que tradicionalmente se ha pensado; ese anonimato era menor en las obras científicas, pero frecuente en las puramente literarias. En Islandia conocemos autores de obras de la primera clase: Snorri Sturluson o Ari el Sabio, por citar sólo dos. Además, teniendo en cuenta lo dicho sobre los manuscritos, parece lógico que no se recogieran de un manuscrito a otro, detalles realmente secundarios como el nombre del autor, que no le decían prácticamente nada al campesino islandés varios siglos después de que la saga se hubiera redactado. En cuanto al estilo, indiscutiblemente más propio de lo oral lo conversacional o incluso coloquial que de lo escrito, parece incluso una razón más a favor de esta teoría: resultaría difícil memorizar, por ejemplo, los extensos pasajes dialogados de sagas como las de Hrafnkel o la de Njál. Por otra parte, podemos observar un contraste con el estilo, mucho más barroco, calcado a veces del latín, de otras narraciones como las vidas de obispos. Las sagas de islandeses, que trataban de personajes populares, conservaban el