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Desde luego, decir que las sagas no son simples plasmación escrita de una tradición oral
secular inalterada no quiere decir que carezcan de todo valor histórico. Porque, en
último término, parte de las fuentes utilizadas para escribirlas sí tienen ese carácter
secular inalterado al que nos hemos referido. Una parte de la numerosísima información
de carácter histórico que se nos proporciona parece indudablemente fiable, precisamente
porque se apoya en fuentes anteriores. Pero, al tratarse de obras creadas por un autor
determinado con fines sobre todo literarios, mucho más que históricos, aparecerán
también muchas cosas carentes de realidad histórica.
Así, en numerosas sagas, entre ellas la de Gunnlaug Lengua de Víbora, encontramos
temas, motivos y personajes sospechosamente repetidos: el joven que debe viajar al
extranjero a fin de hacer méritos para casarse con su amada, y que es engañado por un
amigo que se convertirá en marido de aquella; la lucha singular con un berserk
amenazante; se trata de dos motivos que aparecen en sagas aparentemente no
relacionadas entre sí. El primero de ellos, para poner sólo ese ejemplo, reaparece en
varias vidas de poetas y parece que se ha convertido en tema literario obligado para este
subtipo especial de sagas.
En estas condiciones, parece que una parte al menos de los hechos que se narran en las
sagas no son históricamente ciertos. El autor podría inventarse aventuras, peripecias,
personajes, pero también podía tomarlos prestados de otras sagas u otras obras literarias
o simplemente de las convenciones literarias de la época. Un ejemplo claro de todo esto
es la aparición de los poemas escáldicos en las sagas. En el prólogo a su Heimskringla,
Snorri explicaba que una de las fuentes más importantes y más fiables para conseguir
información histórica veraz y objetiva eran las composiciones de los escaldas o poetas
cortesanos. Decía Snorri que, como los poemas se recitaban públicamente en presencia
del rey y de su corte, era impensable que en ellos se narraran hazañas inexistentes o que
se exagerara demasiado, porque ello se consideraría burla y no alabanza.
Estos poemas escáldicos nacieron hacia el siglo VIII y IX y, como ya hemos dicho, se
convirtieron con el tiempo en casi monopolio islandés. Se transmitían oralmente, lo que
se veía muy facilitado por su misma estructura métrica estricta y con aliteración, rimas
internas y en ocasiones externas, utilización de paráfrasis muy complejas, especie de
metáforas llamadas "kenning" y una sintaxis y, en general, una dicción poética muy
peculiares. En Islandia, este tipo de poesía se resistió durante mucho tiempo a la
influencia de la poesía de origen e inspiración europea continental y llegó a utilizarse
incluso para la composición de obras de carácter cristiano. Prácticamente sin
modificación de ningún tipo, estos poemas se conservaron hasta que, en la época de
creación de las sagas, pasaron a fijarse por escrito. Su valor histórico es, por tanto,
elevado y las observaciones de Snorri parecen hoy todavía válidas en buena parte.
Prácticamente casi todas las sagas incluyen poemas escálidicos para glosar situaciones,
hazañas, etc. Se trata de un resto de su origen como derivación de las obras de carácter
historiográfico. En general, se considera que la aparición de esas composiciones son una
especie de garantía de por los menos una buena parte del contenido de las sagas.
Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla. Porque se ha podido demostrar que algunas
de las composiciones que aparecen son falsas: en unos casos se trata de falsas
atribuciones, por ejemplo a Gunnlaug Lengua de Víbora se le atribuyen algunos poemas
de otro escalda anterior, al que también se le dedicó una saga, redactada antes de la de