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misma palabra. No faltan tampoco curiosos casos de kenningar sometidos a arbitraria inversión semántica. "El favor del pez del valle (la serpiente)", por ejemplo, quiere decir el verano, esto es, el tiempo cuando ella, tras supuesta hibernación, revive, pero lo que en rigor acaso dice el escalda es "el favor del valle del pez". También en lo referente a la versificación hay notables diferencias entre el modo éddico y el de los escaldas. Es quizás la fundamental que los versos escáldicos, por principio, regulan estrictamente el número y cantidad de sus sílabas. Incluso en aquellos casos, no infrecuentes, en que el escalda hace uso de los ya citados metros típicos de la poesía popular, los suele someter a este rígido cómputo. Así, el metro kviduháttr, digamos, que gustosamente utilizan algunos de los más renombrados escaldas, no es en verdad sino el fornyrdislag éddico y conserva, sí, toda su simplicidad, pero la estrofa se halla sometida ahora a la exigencia de contar siempre con tres sílabas en cada semiverso impar y cuatro en cada semiverso par. Las más de las veces, sin embargo, la poesía escáldica utiliza toda una serie de diferentes metros (el dróttkvaet sobre todo, pero también el töglag, hadarlag, hrynhent, runhent, etc.) que le son propios y que se definen, además de por el número de sílabas y acentos que deban contar sus versos, por rigurosas reglas respecto a la distribución de las aliteraciones y de los diversos tipos de rimas internas o finales en el caso del runhent que corresponde llevar a cada uno. Cuanto tiene que ver con la compleja versificación escáldica es siempre objeto de minuciosa regulación y queda ello bien patente en el casuístico "Recuento de Estrofas" que Snorri Sturluson incluyó como sección final de su preceptiva del arte escáldico o "Edda Menor". Una poesía de tan peculiares perfiles como la escáldica, que florece sólo en el ámbito escandinavo sin que se le halle paralelo en ninguna otra literatura antiguo-germánica, invita de inmediato a plantearse la cuestión de su génesis. A este propósito, se han postulado repetidas veces posibles vinculaciones con lo cultural religioso. Se hace notar, a modo de ejemplo, que los cuatro versos de la semiestrofa (helming) del dróttkvaett, que ciertamente es la unidad básica de la dicción escáldica, contienen un total de cuatro por seis sílabas (24), lo que coincide con el número de runas del viejo alfabeto o futhark. El constante uso de heiti y kenningar, se conjetura, con que, según dijimos, parece querer soslayarse toda mención directa podría, a su vez, derivar de supersticiosos temores a nombrar abiertamente a los dioses y demás figuras u objetos sagrados. Como quiera que ello sea, cabe presuponer que también actuó aquí alguna influencia exterior, y hoy se da por cierto que, al menos en lo referente a la versificación, fue decisiva la de los primitivos poetas irlandeses. Aunque de modo muy diferente, también ellos contaban sílabas, solían terminar los versos en troqueo, usaban rimas internas y gustaban sobremanera de lo experimental. Es difícil determinar cuándo comenzó a cultivarse la poesía escáldica. Las tradiciones antiguo-nórdicas vinculan insistentemente el origen de aquel arte con un tal Bragi Boddison, un noruego del siglo IX, que gozó de tan entusiasta admiración que hasta llegó a ser posteriormente divinizado. A Bragi se le atribuye tambíen la más antigua obra escáldica que conservamos, el "Drapa a Rágnar", compuesto en estrofas dróttkvaett. Es lo cierto que, no obstante algunas pequeñas libertades o licencias que aún aparecen en ellas, en lo fundamental se trata ya de acabados ejemplos de aquel complicado metro, que durante siglos habría de mantenerse después como el básico de toda poesía escáldica. A partir de este hecho comprobable, tanto cabe suponer que aquel modelo estrófico del dróttkvaett debió venirse configurando en realidad desde tiempos anteriores, pero que se perdió luego todo vestigio y recuerdo de sus iniciales e