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Lo mismo que los broncistas, los fabricantes de abalorios probablemente trabajaban al aire libre. Su equipo también era sencillo: un hogar, varas de hierro para formar los abalorios y varios platillos de metal. El culero se fundía en el hogar y luego un pequeño trozo de vidrio derretido se trasladaba a una vara metálica. A ésta se la hacía girar mientras el vidrio se solidificaba ligeramente antes de hacerlo rodar sobre una superficie plana para formar un abalorio cilíndrico o esférico, el cual se desprendía de la vara para endurecerse. En esta fase se podían aplicar hilos de vidrio coloreado para hacer abalorios policromados y se usaba una técnica más compleja para fabricar mosaicos de abalorios, que incluía la fusión y luego el corte de barras de vidrio multicolores. Los talleres de los fabricantes de abalorios pueden reconocerse por los escombros que rodean los hogares; gotas y delgados hilos de vidrio de distintos colores, que cayeron al suelo durante el proceso de fabricación. También se han descubierto algunas varas de hierro. En Paviken, en Gotland, una vara todavía tenía sujeto un abalorio; el vidrio pudo haberse enfriado y endurecido antes de que se pudiera desprender de la barra. También se hacían abalorios con otros materiales, sobre todo con ámbar, los trozos de resina de pino fosilizados de color naranja y leonado que se recogían en las playas del mar Báltico y en cantidades mucho menores de la costa del mar del Norte, en Jutlandia. Aunque una gran parte se enviaba por mar a los mercados occidentales, muchos abalorios tallados de ámbar han sido encontrados en tumbas del período vikingo. También se tallaban en ámbar las piezas de juegos, colgantes y amuletos. Fabricación de Peines. Los peines se encuentran en grandes cantidades en todos los pueblos de la época vikinga que se han excavado y también son corrientes en las tumbas. Todos los rangos de la sociedad tuvieron que poseerlos: algunos tienen un adorno sumamente hermoso, entre los más admirables incluso tenían incrustaciones de bronce, y otros son bastante sencillos. A juzgar por el número de peines encontrado, los vikingos parece haber llevado un peine con ellos en todo momento y haberlo usado y perdido a menudo. Los fabricantes de peines eran artesanos muy diestros y especializados que siempre tendrían un mercado boyante para sus mercancías. La fabricación de peines se hacía principalmente en ciudades y se ha encontrado la materia prima con la que se hacían los peines (cornamenta de ciervo en Escandinavia meridional y cornamenta de alce en el norte) junto con peines enteros e incompletos, así como artículos a medio fabricar. Los peines se hacían con varias piezas distintas que utilizaban casi toda la cornamenta. Se tallaban dos placas con largas piezas rectas, se les hacía una cresta ligeramente curva y se decoraban con dibujos geométricos. Luego se fijaban una a cada lado de una serie de placas rectangulares más finas y finalmente éstas se limaban en dientes. Cualquiera que sea el material usado, los peines de la época vikinga son muy similares tanto en la forma como en el método de fabricación y ejemplares prácticamente idénticos han sido hallados en casi todo el mundo vikingo, desde Dublín en el oeste hasta Novgorod en el este. Esto ha hecho suponer que los peineros eran artesanos itinerantes, que viajaban de un sitio a otro para fabricar y vender sus mercancías allí donde estaban solicitadas. Estilos artísticos.