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La gente ocupó sus casas durante períodos de tiempo más largos, cultivando la tierra adyacente que había sido ganada al bosque primitivo. Pero aquellas colonias tampoco serían ocupadas muchos años, ya que los campos circundantes pronto se habrían vuelto improductivos a causa del uso excesivo y la falta de abono y los habitantes se trasladaban entonces a otro lugar donde despejar y cultivar una nueva tierra. Aquellas colonias semipermanentes eran pequeñas, formadas por unas pocas casas que se alojaban poco más que un grupo familiar y estaban esparcidas por todo el país, en forma de granjas aisladas más que de aldeas. No obstante, las costumbres funerarias de estos pueblos agrícolas primitivos muestran que tenían cierto sentido de identidad comunal. Eran sepultados en grandes monumentos construidos con enormes piedras conocidas como megalitos (a consecuencia de lo cual se les llama tumba megalíticas). Consistían en una enorme cámara central lo bastante alta para una persona erguida y un pasaje que comunicaba con ella. El conjunto estaba cubierto de un túmulo de tierra rodeado por un círculo de piedras más pequeñas en posición vertical. Restos de vasijas de cerámica encontrados dentro y alrededor de la entrada de estas tumbas, que alojaban muchos cadáveres, indican que el entierro iba acompañado de ritos complicados que incluían un festín y tal vez un sacrificio, requiriendo la participación de los habitantes de una gran zona, cuyo núcleo era la tumba comunal. Lo que hoy entendemos por sociedad estaba empezando a evolucionar. Estas comunidades agrícolas primitivas son más conocidas en Escandinavia meridional (Dinamarca, el sur de Suecia y el sureste de Noruega). Además de tener allí un clima más templado, entraban antes en contacto con los nuevos impulsos culturales y tecnológicos propagados hacia el norte desde el continente europeo. En los bosques y la tundra del extremo septentrional, la caza, la pesca y la recolección siguieron siendo los principales medios de sustento y los cambios en la economía y la cultura tuvieron lugar mucho más lentamente. Sin embargo, algunas herramientas y armas encontradas en el norte son de origen meridional y muestran que hubo relaciones entre las dos regiones. Los agricultores neolíticos usaban herramientas y armas más variadas que sus antepasados cazadores, pero éstas aún estaban hechas con materiales locales. El sílex y otras piedras se tallaban para hacer palas de hacha que se fijaban a mangos de madera y se usaban para talar árboles y despejar la tierra. Hacían hoces de filo cortante con pedazos afilados de sílex para cosechar los cultivos. Las puntas de flecha que usaban para cazar también estaban hechas con sílex. Con el paso del tiempo, las formas de algunos utensilios, especialmente las armas, fueron muy elaboradas, requiriendo una gran habilidad para su fabricación. Las hachas de combate de piedra pulida y los puñales de sílex atestiguan la sofisticación que podían conseguir los artesanos que trabajaban con aquellos materiales aparentemente intratables. A finales del período neolítico, en el segundo milenio a. C., la piedra y el sílex empezaron a ser sustituidos por el bronce en algunas armas sencillas, como las hachas chatas y los puñales. Aquel cambio marcó la transición a la edad del bronce. La Edad del Bronce. El bronce es una aleación de cobre y estaño. Estos dos metales procedentes de Europa central y occidental tuvieron que introducirse en Escandinavia en el período prehistórico. El uso del bronce tuvo que haber marcado un cambio pronunciado en la