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sensibilidad del que pulsase todos los registros. Todos sus animales se encuentran como en salvaje levantamiento y se afanan como locos en el angosto redondel en que los ha encerrado la mano del artista. Se muerden, se encabritan, se anudan se atacan y se rechazan entre sí: un verdadero aquelarre de brujas de hirviente temperamento y vertiginosa actividad. Y todo esto como hecho para verlo con lupa, en el más pequeño espacio concebible. Fastuosidad barroca en miniaturas. Nunca y en ninguna parte se ha realizado mejor artesanía. El estilo grifo para cubrir superficies ha conquistado y sometido en poco tiempo los talleres de decoración y tallado de los tres países nórdicos. El animal en sí experimentó algunos cambios en el transcurso del tiempo. Las partes de las caderas se hicieron más compactas, el cuerpo y la cola se estiraron y convirtieron en un hilo. La grupa adoptó la forma de un semicírculo que se cruzaba con el cuello. Y al final de rebasado el milenio se acercó de nuevo al gran león. Pero estos cambios no afectaron en nada a su fuerza vital. Sin ninguna violencia para conseguirlo, el grifo alcanzó una edad de más de doscientos años. Del Estilo Borre al Estilo Urnes. El arte nórdico, en su época del grifo, también aceptó y practicó numerosas sugerencias. Con los asaltos de los vikingos entraba una inmensa cantidad de botín en los países escandinavos que aportaba el conocimiento de numerosos elementos estilísticos nuevos, los cuales una vez más enriquecían el canon tradicional de formas nórdicas. Por eso una inquietud constante y la predisposición al cambio continuo constituyen una característica del arte nórdico en la época de los vikingos. Los historiadores del arte diferencian, prescindiendo de aisladas culturas locales, cinco formas estilísticas distintas cuyas características especiales están cubiertas por los elementos tradicionales de la ornamentación faunesca, lo que dificulta que el profano las aprecie. Está primero el estilo Borre, que debe su nombre a los arreos y a algunos objetos de madera con refuerzos de metal descubiertos en 1850 bajo una colina funeraria en el Eldorado de los arqueólogos, junto al fiordo de Oslo. Los objetos de Borre, unos cincuenta años más recientes que las más modernas tallas Oseberg, presentan de nuevo motivos de trenzados de cintas y figuras de animales y se unen a los característicos modelos de cadenas. Para eso el grifo proporcionaba las garras, los miembros extendidos enérgicamente y la cabeza triangular a modo de máscara con sus ojos circulares y saltones. También el estilo Borre muestra hasta qué punto el retoño del león carolingio conmovió la antigua fauna decorativa de la ornamentación sobre motivos animales. A pesar de la finura del detalle y de la precisión del trabajo, el estilo Borre produce una impresión de campesinado vigoroso, quizás incluso un poco bárbaro, pero lleno de vida.