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Los Esposos de Freya. Freya era tan hermosa que todos los dioses, gigantes y enanos anhelaron su amor e intentaron a su vez obtenerla como esposa. Pero Freya desdenó a los feos gigantes, e incluso rechazó a Thrym cuando Loki y Thor la urgieron a aceptarlo por esposo. No era tan inflexible cuando se trataba de dioses, si diversos mitólogos están en lo cierto, pues se dice que como personificación de la Tierra se desposó con Odín (el cielo), Frey (la lluvia fertilizante), Odur (la luz del Sol), etc., hasta que aparentemente se mereció las acusaciones lanzadas contra ella por el desalmado Loki de haber amado y haberse casado con todos los dioses. El Culto a Freya. Era costumbre en ocasiones solemnes el beber a la salud de Freya junto a la de los otros dioses y, cuando al cristiandad se introdujo en el Norte, este brindis fue trasladado a la Virgen o a la Santa Gertrudis; la misma Freya, como todas las divinidades paganas, fue declarada como un demonio o una bruja y desterrada a los picos de las montañas noruegas, suecas o alemanas, donde el Brocken es señalado como su morada especial y el lugar de cita general de su séquito de demonios en el Valpurgisnacht. Ya que la golondrina, el cuco y el gato fueron sagrados para Freya en tiempos paganos, se suponía que estas criaturas tenían cualidades demoníacas, e incluso hoy en día se retrata a las brujas con gatos negros como el carbón a su lado. ·Hel. Hel. Hel, diosa de la muerte, era hija de Loki, dios del mal y de la giganta Angurboda, la portadora del infortunio. Ella vino al mundo dentro de una oscura cueva en Jötunheim, junto a la serpiente Iörmungandr y el terrible lobo Fenris ,siendo tal trío considerado como los símbolos del dolor, el pecado y la muerte. A su debido tiempo se dio cuenta Odín de la terrible progenie que Loki estaba cuidando y decidió desterrarles de la faz de la tierra. La serpiente fue por tanto arrojada al mar, donde sus retorcimientos causaban supuestamente las más terribles tempestades; el lobo Fenris fue atado con cadenas, gracias al intrépido y valiente Tyr, y Hel, la diosa de la muerte, fue arrojada a las profundidades de Niflheim, donde Odín le concedió el poder sobre los nueve mundos. El Reino de Hel en Niflheim. A este reino, que supuestamente estaba situado bajo la tierra, sólo se podía entrar tras un penoso viaje a través de los más accidentados caminos en las frías y oscuras regiones del extremo Norte. La puerta de entrada estaba tan lejos de todas las moradas humanas que incluso Hermod el veloz, montado sobre Sleipnir, tenía que viajar durante nueve largas noches antes de alcanzar el río Giöll. Éste constituía el límite de Niflheim, sobre el cual se erigía un puente de cristal enarcado con oro y sostenido sobre un solo cabello, y velado constantemente por el horrible esqueleto Modgud, que hacía que todos los espíritus pagaran un peaje de sangre antes de que se les permitiera el paso.