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precio, Freya se apresuró a ponérselo y su esplendor aumentó tanto sus encantos que lo llevó puesto día y noche, pudiéndosela convencer sólo ocasionalmente para que se lo prestara a otras divinidades. Thor, sin embargo, llevó este collar cuando se hizo pasar por Freya en Jötunheim, y Loki lo codició y lo hubiese robado de no haber sido por la vigilancia de Heimdall. Freya también era la orgullosa propietaria de una vestimenta de halcón, o plumas de halcón, que permitía al que se la ponía volar a través del aire como si fuese un pájaro; esta vestimenta era tan valiosa que Loki la tomó prestada en dos ocasiones, y la misma Freya la utilizó cuando fue en busca del desaparecido Odur. Ya que Freya era también considerada como diosa de la fertilidad, a veces era representada conduciendo junto a su hermano Frey el carro tirado por el jabalí de las cerdas de oro, esparciendo, con manos pródigas, frutas y flores para alegrar los corazones de la humanidad. Sin embargo, ella tenía un carro propio, en el que viajaba con frecuencia. Éste era tirado por gatos, sus animales favoritos, los símbolos del cariño y la sensualidad, o las personificaciones de la fecundidad. Frey y Freya eran tan venerados en el Norte que sus nombres, con formas modificadas, se utilizan todavía como las palabras "señor" y "señora", y un día de al semana se conoce como día de Freya, el viernes, por la gente angloparlante. Los templos dedicados a Freya eran muy numerosos y fueron mantenidos durante mucho tiempo por sus devotos, el último en Magdeburgo, Alemania, el cual fue destruido por orden del emperador Carlomagno. La Historia de Ottar y Angantyr. Los nórdicos solían invocar a Freya no sólo para obtener éxito en el amor, prosperidad y crecimiento, sino también, en ocasiones, para obtener ayuda y protección. Ella se lo concedía a aquellos que la servían fielmente, como aparece en la historia de Ottar y Angantyr, dos hombres que, tras discutir durante algún tiempo debido a sus derechos a cierto plazo de propiedad, expusieron su disputa ante los dioses. La asamblea popular decretó que el hombre que pudiera probar que había descendido de una estirpe más extensa de antepasados nobles sería declarado como el vencedor, designándose día especial para investigar la genealogía de cada demandante. Ottar, incapaz de recordar los nombres de no pocos de sus antepasados, ofreció sacrificios a Freya, rogando su ayuda. La diosa escuchó indulgentemente su oración y, apareciéndose ante él, lo transformó en un jabalí, y sobre su lomo cabalgó hasta la morada de la hechicera Hyndla, una célebre bruja. Con amenazas y ruegos, Freya le exigió a la anciana mujer que trazara la genealogía de Ottar hasta Odín y que nombrara cada individuo por su nombre, con un resumen de sus hazañas. Entonces, temiendo que la memoria de su devoto fuera incapaz de retener tantos detalles, Freya también exigió a Hyndla que preparara una poción del recuerdo, la cual le dio a él a beber. Así preparado, Ottar se presentó ante la asamblea en el día fechado y con facilidad sospechosa recitó su linaje, nombrando a muchos más antepasados de los que Angantyr pudo recordar, por lo que fue fácilmente recompensado con la posesión de la propiedad que codiciaba.