revista nórdica Mitologia_nordica.1474443498 | Page 199

El Dios de la Música. Aunque Odín había obtenido así el don de la poesía, raramente lo usaba. Estaba preservado a su hijo Bragi, el hijo de Gunlod, el convertirse en el dios de la poesía y la música, y a seducir el mundo con sus cantos. Tan pronto como Bragi nació en la cueva rodeada de estalactitas en la que Odín se había ganado el afecto de Gunlod, los enanos se presentaron con un arpa mágica de oro y, colocándole en uno de sus barcos mágicos, le enviaron al mundo exterior. Mientras el barco surcaba pausadamente por la oscuridad subterránea y navegaba a través el umbral de Nain, el reino de los enanos de la muerte, Bragi, el bello e inmaculado joven dios, que hasta entonces no había mostrado señales de vida, súbitamente se incorporó y, asiendo el arpa que se encontraba a su lado, comenzó a entonar la maravillosa canción de la vida, que a veces se elevaba hasta los cielos, para entonces hundirse en el tenebroso reino de Hel, la diosa de la muerte. Mientras tocaba, el barco fue arrastrado hasta las aguas iluminadas por el Sol y pronto llegó hasta tierra firme. Bragi siguió entonces a pie, encaminando sus pasos por el raso y silencioso bosque, tocando mientras caminaba. Al sonido de su hermosa música, los árboles comenzaron a brotar y florecer y la hierba a sus pies se vio adornada con innumerables flores. Allí se encontró con Idun, hija de Ivald, la hermosa diosa de la juventud eterna, a quien los enanos permitían visitar la tierra de cuando en cuando y, en su presencia, la naturaleza asumía invariablemente su más hermoso y delicado aspecto. Era de esperar que dos seres como éstos se sintieran atraídos el uno por el otro y Bragi pronto obtuvo a la bella diosa como esposa. Juntos corrieron hasta Asgard, donde fueron cálidamente bienvenidos y donde Odín, tras trazar runas sobre la lengua de Bragi, decretó que éste debería ser el juglar celestial y el compositor de las canciones en honor a los dioses y los héroes a quien él recibía en Valhalla. El Culto a Bragi. Ya que Bragi era el dios de la poesía, la elocuencia y el canto, las razas nórdicas también le denominaron a la poesía por su nombre, y escaldos de ambos sexos eran frecuentemente designados como hombres o mujeres de Bragi. Éste era muy venerado por todas las razas nórdicas y por tanto siempre se brindaba en su nombre durante las ocasiones solemnes y festivas, pero especialmente en las fiestas funerarias y en las celebraciones de Jul. Cuando llegaba la hora de hacer este brindis, que siempre era servido en copas con forma de barco y era conocido como el Bragaful, se hacía primero la sagrada señal del martillo. Entonces, el cabeza de familia prometía solemnemente realizar algún gran acto de valor, el cual estaba obligado a ejecutar antes del fin de año, a menos que deseara ser considerado como alguien desprovisto de honor. Siguiendo su ejemplo, todos lo invitados solían hacer promesas similares y declarar lo que iban a hacer, y puesto que algunos de ellos, debido al alcohol, hablaban más bien desenfrenadamente a cerca de sus intenciones en estas ocasiones, esta costumbre parece conectar el nombre de dios con el vulgar pero expresivo verbo inglés "to brang" (fanfarronear).