revista nórdica Mitologia_nordica.1474443498 | Page 194
Según las antiguas leyendas, la espada de Cheru, que había sido fabricada por los
mismos enanos, hijos de Ivald, que habían forjado la lanza de Odín, era considerada
muy sagrada por su gente, a cuyo cuidado él había confiado, declarando que aquellos
que la poseyeran tendrían la victoria segura sobre sus enemigos. Pero aunque era
cuidadosamente guardada en el templo, donde colgaba de forma que reflejara los
primeros rayos del sol matinal, desapareció misteriosamente una noche. Una vala,
druida femenina o profetisa, consultada por los sacerdotes, reveló que las Nornas habían
decretado que quienquiera que la empuñara conquistaría el mundo y moriría por él;
pero, a pesar de todos los ruegos, ella rehusó contarles quién se la había llevado o dónde
podría ser encontrada.
Tyr, cuyo nombre era sinónimo de valentía y sabiduría, también tenía, según lo antiguos
nórdicos, a sus órdenes a las blancas valquirias, las asistentes de Odín y creían también
que era él el que decidía qué guerreros deberían transportar ellas hasta Valhalla para
ayudar a los dioses en el último día.
La Historia de Fenris.
Tyr era generalmente representado y considerado como un dios manco, al igual que
Odín era considerado un dios tuerto. Diversas explicaciones son ofrecidas por las
diferentes autoridades en la materia; algunos afirman que se debí a que sólo podía
concederle la victoria a un bando; otros, porque una espada tenía una sola hoja. Sea
como fuere, los antiguos preferían la siguiente versión:
Loki se desposó en secreto en Jötunheim con la horrible giganta Angurboda
(presagiadora de los tormentos), con la que tuvo tres monstruosos hijos: el lobo Frenrihr
o Fenris, Hel, la parcialmente coloreada diosa de la muerte y Iörmungandr, una terrible
serpiente. Él guardó en secreto la existencia de estos monstruos tanto tiempo como
pudo. Sin embargo, crecieron tanto tan rápidamente que no se les pudo mantener por
más tiempo confinados en la cueva donde habían nacido. Odín, desde su trono pronto se
percató de su existencia y también de la inquietante velocidad a la que crecían.
Temeroso de que estos monstruos invadieran Asgard y destruyeran a los dioses una vez
hubiesen aumentado su poder, Allfather decidió deshacerse de ellos y, tras dirigirse
hasta Jötunheim, arrojó a Hel a las profundidades de Niflheim, diciéndole que ella podía
reinar sobre los nueve tenebrosos mundos de los muertos. Después arrojó a
Iörmungandr al mar, donde alcanzó unas proporciones tan inmensas que al final terminó
por rodear la Tierra hasta el punto de poder morderse su propia cola.
Nada satisfecho con las pavorosas dimensiones que la serpiente alcanzó en su nuevo
elemento, Odín resolvió llevar a Fenris hasta Asgard, con la esperanza de, con un trato
amable, convertirlo en un animal tratable y gentil. Pero todos los dioses se encogieron
consternados cuando vieron al lobo y ninguno de ellos se atrevió a acercarse a él para
darle de comer, excepto Tyr, a quien nada le intimidaba. Viendo que Fenris crecía
diariamente en tamaño, fuerza, voracidad y ferocidad, los dioses se reunieron en consejo
para deliberar sobre la mejor manera de deshacerse de él. Decidieron unánimemente
que, como matarlo profanaría su lugar de paz, lo atarían fuertemente para que no
pudiese causarles ningún daño.
Con tal propósito a la vista, se hicieron con una gruesa cadena llamada Leding y le
propusieron alegremente a Fenris atarle para poner a prueba su alardeada fuerza.