revista nórdica Mitologia_nordica.1474443498 | Page 192

Como antepasada de la casa imperial de Alemania, se supone que la Dama Blanca se aparece en palacio antes de que suceda una muerte o una desgracia en la familia. Esta superstición es aún tan común en Alemania, que los periódicos en 1884 relataron el informe oficial de un centinela, que declaró que la había visto pasar rápidamente en uno de los pasillos del palacio. Ya que Bertha era célebre como hilvanadora, fue naturalmente referida como la patrona especial de tales trabajadoras femeninas y se decía que pasaba corriendo a través de las calles de cada pueblo, durante las doce noches que mediaban entre el día de Navidad y el seis de enero, mirando de cerca por cada ventana para supervisar el hilvanado de cada familia. Las doncellas cuyo trabajo había sido realizado con esmero eran recompensadas con un regalo consistente en una de sus propias hebras de oro, o una rueca llena de lino de la más alta calidad. Pero dondequiera que se encontrase una hilvanadora descuidada, su rueda era rota, su lino ensuciado y si había olvidado honrar a la diosa comiendo una gran cantidad de pasteles horneados durante aquella época del año, era cruelmente castigada. En Mecklenburg, esta misma diosa era conocida como Frau Gode o Wode, la versión femenina de Woden u Odín y su aparición siempre era considerada como la precursora de gran prosperidad. También se suponía que era una gran cazadora y que encabezaba la Cacería Salvaje, montada sobre un caballo blanco y acompañada de sus asistentas transformadas en sabuesos y toda clase de animales salvajes. En Holanda se la conocía como Vrouelde y los holandeses conocen a la Vía Láctea por ella como Vroueldenstraat. En algunas regiones del norte de Alemania se la llama Nerthus (Madre Tierra). Su carro sagrado se guardaba en una isla, presumiblemente Rügen, donde los sacerdotes velaban cuidadosamente hasta que llegaba ella para emprender su viaje anual a través de sus dominios y bendecir la tierra. La diosa, con el rostro completamente cubierto bajo un espeso velo, se sentaba entonces en su carro, que era arrastrado por dos vacas y era respetuosamente escoltado por sus sacerdotes. Cuando ella pasaba, la gente le rendía homenaje interrumpiendo todas las guerras y dejando a un lado sus armas. Se vestían con atavíos festivos y no reanudaban sus luchas hasta que la diosa hubiese regresado de nuevo a su santuario. Entonces, tanto el carro como la diosa eran bañados en un lago secreto, el Schwarze See, en Rügen, que se tragaba a los esclavos que habían asistido al baño y los sacerdotes reanudaban de nuevo su vigilancia sobre el santuario y la arboleda de Nerthus o Hlodyn, hasta su próxima aparición. En Esandinavia esta diosa era también conocida como Huldra y se enorgullecía de su séquito de ninfas del bosque, las cuales buscaban a veces la compañía de los mortales, para disfrutar de un baile en las praderas de los pueblos. Sin embargo, se las podía reconocer siempre por la punta de una cola de vaca que sobresalía por debajo de sus largos vestidos blancos. Esta gente de Huldra era la protectora especial del ganado de las montañas y se decía que a veces sorprendían al viajante solitario con la maravillosa belleza de las melodías que cantaban para entretenerse durante las horas que duraban sus tareas. ·Tyr, Tyr, el Dios de la Guerra.