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En el centro del sagrado espacio, que desde el comienzo del mundo había sido reservado para su propia morada y había sido llamado Asgard (hogar de los dioses), los doce ases (dioses) y las veinticuatro asynjur (diosas) se reunieron en asamblea a la llamada de Odín. Se celebró un gran consejo, en el cual se decretó que no se derramaría sangre dentro de los límites de su reino, o durante el tratado de paz, pues la armonía debía reinar allí por siempre. Como resultado de la conferencia, los dioses también construyeron una fragua, en la que diseñaron todas sus armas y herramientas requeridas para construir los magníficos palacios de metales preciosos, en los cuales vivieron durante muchos años en un estado de felicidad tan perfecta que este período pasó a llamarse la Edad de Oro. La Creación del Hombre y la Mujer. Aunque los dioses habían diseñado desde el principio Midgard o Manaheim, como la morada del hombre, no existían seres humanos que lo habitaran todavía. Un día, Odín, Vili y Ve, según algunas autoridades en la materia, o bien Odín, Hoenir (el birollante) y Lodur o Loki (fuego), comenzaron a caminar juntos por la orilla del mar, donde se encontraron o bien con dos árboles, el fresno (Ask) y el olmo (Embla) o con los dos bloques de madera, tallados con toscas formas humanas. Los dioses contemplaron al principio la madera inerte con silencioso asombro. Después, percatándose del uso que se le podría dar, Odín dotó a estos troncos con almas, Hoenir les concedió el movimiento y los sentidos y Lodur contribuyó con sangre y una complexión saludable. Dotados así con habla e intelecto, y con poder para amar, esperar y trabajar, y con vida y muerte, a los recién creados hombre y mujer se les otorgó libertad para gobernar Midgard a su deseo. Lo poblaron gradualmente con su descendencia, mientras los dioses, recordando que habían sido ellos los que los habían dotado con vida, se interesaron especialmente en todas sus actividades, velando por ellos y concediéndoles con frecuencia su ayuda y protección. El Árbol Ygdrassil. Allfather creó después un enorme fresno de nombre Ygdrassil, el árbol de universo, del tiempo o de la vida, el cual ocupaba todo el mundo, expandiéndose sus raíces no sólo en las más remotas profundidades de Niflheim, donde burburjeaba el manantial Hvergelmir, sino también en Midgard, cerca del pozo de Mimir (el océano) y en Asgard, cerca de la fuente Urdar. Desde sus tres grandes raíces, el árbol alcanzaba una altura tan formidable que su rama más elevada, llamada Lerald (el pacificador), ensombrecía la sala de Odín, mientras el resto de los brazos arbóreos se alzaban sobre los otros mundos. Un águila fue situada en la rama Lerald, y entre sus ojos se sentó el halcón Vedfolnir, el cual observaba con su mirada penetrante el cielo, la Tierra y Niflheim, e informaba de todo lo que veía. Ya que el árbol Ygdrassil se mantenía siempre verde y sus hojas nunca se marchitaban, servía de pasto no sólo para el chivo de Odín, Heidrun, el cual suministraba el aguamiel