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permite llegar a una conclusión convincente. Como, en teoría, se conoce la existencia de
cámaras situadas bajo el barco, pero no se han encontrado más ejemplos que el de la
tumba-barco de Haithabu, ésta detenta todavía hoy el valor de ser única.
Únicas, por lo menos en Dinamarca, son también las dos colinas reales de Jelling de
Vejle que se alzan en el recinto del templo en forma de V descubierto por Ejnar Dyggve.
Se han estudiado ambas, la colina septentrional ya en el siglo pasado. En el año 1820 se
descubrió en la prominencia de una altura de once metros una cámara funeraria de
madera de 1´45 metros de altura, 6´70 de larga por 2´60 de profundidad, erigida por lo
visto, para dos personas. Pero ni el menor rastro de enterramiento ni despojos de
esqueletos. En 1861, la majestuosa colina de los muertos volvió a abrirse por expreso
deseo del rey Federico VII. En esta segunda excavación sólo se halló una copa de plata y
algunos objetos de madera tallada.
Ochenta años más tarde, arqueólogos daneses emprendieron la excavación de la segunda
colina, equipados con todo el instrumental de la moderna investigación del suelo.
Durante un año efectuaron numerosos cortes en la poderosa obra. Hallaron un poste
indicador, algunos utensilios de madera, unas cuantas piezas rotas de un carro, varias
azadas, pero ninguna cámara funeraria ni, en general, nada que se refiriera a un posible
enterramiento. Por tanto, una simple colina conmemorativa. Y una gran decepción. Se
buscaban las tumbas de Gorm el Viejo y de su esposa Tyra y se tenía la firme convicción
de encontrarlas allí, porque una de las dos famosas piedras rúnicas de Jelling lleva la
inscripción: "El rey Gorm erigió este monumento en honor a su mujer, gloria de
Dinamarca".
Distinta es la situación en Mammen, en la Jutlandia central. El muerto enterrado bajo una
gran colina de tierra en un féretro hecho con tablas de encina, incuestionablemente un
miembro perteneciente a la clase de los grandes hombres daneses, ha quedado en el
anonimato, pero su tumba permaneció respetada e incólume. El caudillo de Mammen
descansaba sobre almohadas de plumas y conservaba mangas de seda bordadas de oro,
una cinta de seda finamente tejida y prendas de lana con adornos bordados. Entre los
objetos encontrados en su tumba había una hermosa olla de bronce, un gran cubo de
madera y una vela de cera. A los pies del muerto estaban dos hachas de combate, una de
ellas con una rica incrustación en plata, cuyos adornos, junto con la collera de caballo en
forma de cabeza de león, dieron su nombre al estilo artístico Mammen que hasta hoy ha
conservado este carácter de frontispicio.
A los objetos del caudillo de Ladby en el nordeste de Fionia no les ha correspondido una
gloria semejante. Sin embargo, el descubrimiento de su tumba, hasta ahora la única
tumba-barco en Dinamarca, cuenta entre las horas estelares de la arqueología nórdica.
El barco funerario de Ladby se alza sobre la quilla en una hondonada previamente
excavada y que debía impedir que se tumbara o rompiera bajo el peso de las cosas que
contendría el barco. A pesar de esta precaución, la parte de estribor de la proa del barco
había dejado escapar su macabra carga: un detalle sorprendente, pero comprensible
cuando se comprobó que los familiares del señor de Ladby habían traído para la estancia
de aquél en el más allá nada menos que la carga que pudieron transportar once caballos.
Uno de los caballos situado en la parte de babor en el centro del barco, tenía puesta aún
su costosa brida y era probablemente el caballo que había montado el difunto. El barco
también contenía gran número de huesos de perro y los arreos de un tronco de caballos