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ejemplo, se encontraron varios detalles reveladores de que el muerto había emprendido su último viaje en compañía de su esposa o de una esclava joven. Del mismo modo, parece que muchas damas de Birka estaban convencidas de que también en el más allá necesitarían la ayuda de una sirvienta. En una espaciosa cámara funeraria, los arqueólogos encontraron los esqueletos de dos mujeres. Uno de ellos estaba en una postura extrañamente contorsionada. El hallazgo permite conjeturar que una dama de alta posición, tal vez una princesa, quizá una reina, se había llevado a la tumba a una esclava. Y desde luego con vida; su postura contorsionada revelaba claramente que sólo se asfixió después de que hubieran cerrado la cámara. Tampoco la reina Asa, del famoso barco noruego de Oseberg emprendió sola el viaje. Una anciana de unos sesenta a setenta años, artrítica y reumática, con la columna vertebral casi rígida, la acompañaba. Indudablemente, su sirvienta. Pero más importantes que estas confirmaciones de fuentes literarias son los objetos que los arqueólogos han encontrado en las tumbas de los vikingos en el transcurso de siglo y medio, objetos que, además de las vitrinas, ocupan también los almacenes de los museos nórdicos desde el suelo hasta el techo y ofrecen un amplio cuadro de la cultura material de los vikingos. Los arqueólogos alemanes han contribuido a ensanchar este cuadro mediante las investigaciones que realizaron en los cinco grandes cementerios de Haithabu. De un total de diez mil sepulturas, hasta ahora se han excavado dos mil. Las excavaciones, además de proporcionar una abundancia casi incalculable de hallazgos, confirmaron las multifacéticas características del culto funerario nórdico. Los habitantes del Wik enterraban a sus muertos tanto en cámaras, fosas o féretros. Las cámaras funerarias las proveían abundantemente de objetos; las fosas, sólo con carácter esporádico. En el cementerio de ataúdes de la vertiente sur del Hochburg únicamente las tumbas de las mujeres contenían objetos de adorno y utensilios, en tanto que las de los hombres, excepto raras excepciones, estaban vacías. En el cementerio propiamente dicho del Hochburg (baluarte, acrópolis) sólo se encontraron tumbas-piras. El cementerio descubierto en 1957 junto a la puerta sur, iniciado alrededor del 800 por los frisones, contiene únicamente urnas. En Dinamarca adquirió renombre internacional el cementerio de Lindholm Hoje, cerca de Alborg, en Jutlandia del Norte. Los hallazgos fueron muy escasos, ya que el cementerio se componía de casi exclusivamente de tumbas-piras cuyos objetos, catalogados en forma de cenizas y escoria, permitían reconstruir con toda claridad el proceso de la tumba-pira. El jefe de las excavaciones, Thorkild Ramskov, ha descrito este proceso de la manera siguiente: "La incineración de los cadáveres no se efectuaba en el cementerio, sino en un lugar desconocido. Juntamente con el muerto, se quemaban los objetos y animales que había de llevar consigo. Éstos podían consistir en objetos de adorno, cuentas de cristal, cuchillos, ruecas, piedras de afilar, piedras para el juego de tablas, un perro, una oveja y más raramente un caballo o una vaca. Los restos de la pira se llevaban después al cementerio y se extendían en un círculo de aproximadamente un metro de diámetro que se cubría con una delgada capa de tierra. Encima podía colocarse una vasija para los sacrificios".