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en el barco y la cubrieron con cojines, brocado griego de seda y almohadas del mismo tejido. "Después se acercó una mujer anciana a la que llamaban Ángel de la Muerte. Era un mujer gigantesca, vieja, gruesa y de expresión sombría y cuya misión consistía en vestir al difunto y en matar a la esclava elegida. Sacaron al muerto de su tumba y le quitaron las ropas con las que había fallecido. Observé que estaba completamente negro, pero lo curioso es que no apestaba y en él nada había cambiado excepto el color de su piel. Luego lo vistieron con calzones, pantalones, botas, casaca y abrigo de tela bordada de oro y con botones de oro, le encasquetaron una gorra de seda adornada con piel de marta y lo llevaron a la tienda de campaña que había en el barco. Allí lo colocaron sobre mantas mullidas y lo sostuvieron con cojines. "A continuación trajeron nabid, frutas y hierbas aromáticas, que colocaron junto al muerto. También depositaron pan, carne y cebollas. Luego cogieron un perro, lo despedazaron por la mitad y lo llevaron al barco. También dispusieron junto al difunto sus armas; trajeron dos caballos, los hicieron correr hasta que el sudor los empapaba, los despedazaron con sus espadas y arrojaron los despojos al barco. Asimismo descuartizaron dos bueyes, que corrieron igual suerte. Finalmente vinieron con un gallo y una gallina, los mataron y los arrojaron al barco. La esclava que había deseado que la matasen iba entre tanto de una a otra tienda de campaña y cada propietario cohabitaba con ella y le decía: "Comunícale a tu señor que hago esto por ti". Cuando llegó la tarde, arrastraron a la esclava hasta un armazón por el estilo de un marco de puerta y la elevaron tanto que rebasó el armazón y le hablaron en su lengua. Esto se repitió tres veces. Luego le alargaron una gallina, la esclava le cortó la cabeza, lo mismo que a un gallo y los arrojó al barco. Le pregunté al intérprete qué significaba todo aquello. "Él contestó: "Cuando elevaron por primera vez a la sirvienta, ella dijo: "Mira, veo a mi padre y a mi madre". A la segunda vez, dijo: "Mira, veo a todos mis parientes difuntos". A la tercera vez dijo: "Mira, veo a mi señor sentado en el más allá y todo está placentero y verde, y junto a él hay hombres y jóvenes criados. Él me llama, dejadme ir a él". "Entonces se dirigieron con ella al barco. Allí se despojó de los dos brazaletes que llevaba y se los dio a la anciana a la que llamaban Ángel de la Muerte y que era la encargada de matarla. Se quitó también sus dos ajorcas y se las regaló a la hija de la anciana. La subieron al barco, pero no la dejaron entrar todavía en la tienda de campaña. Llegaron entonces hombres con escudos y barras de madera y le dieron nabid en una copa. Ella la tomó, cantó y la vació. " - Con esta copa - dijo el intérprete - se despide de sus amigas". "Luego le alargaron otra copa más. La tomó y cantó una larga canción. Pero la vieja la empujaba para que se diese prisa, vaciase la copa y entrara en la tienda de su señor muerto. La miré y noté que el miedo la embargaba. Cierto que ella quería entrar en la tienda, pero sólo asomaba la cabeza. Entonces la vieja la agarró por la cabeza, tiró de ella hacia la tienda y entró acompañándola. Los hombres empezaron a golpear en los escudos