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llamado asentamiento central agrupado alrededor del arroyo que fluía a través del lugar
hasta Haddeby Noor, una ensenada en el extremo sur del fiordo de Schlei. En el siglo X,
Hedeby estaba rodeada por la sólida muralla que la incorporaba al Danevirke. En su
mayor extensión, Hedeby cubría una zona de veinticuatro hectáreas dentro de las
murallas y tenía una población de aproximadamente mil quinientas personas, mayor que
la de otras ciudades comerciales europeas de entonces, pero no tan grande como la de
las ciudades establecidas hacía tiempo en el Mediterráneo. Un comerciante árabe, Al-
Tarushi, que visitó Hedeby hacia el 950, ha dejado una descripción gráfica del lugar y
las costumbres de su gente:
"Es una gran ciudad en el extremo más lejano del océano del mundo. Tiene pozos de
agua fresca. Su gente rinde culto a Sirio, excepto unos pocos que son cristianos y tienen
una iglesia allí... La ciudad tiene pocas propiedades o tesoros. El alimento principal de
los habitantes es el pescado, que abunda. La gente a menudo arroja un recién nacido al
mar antes que mantenerlo."
La ubicación baja de Hedeby y la naturaleza anegada del suelo significa que los
materiales orgánicos como la madera, el cuero o los tejidos han sobrevivido en un
notable estado de conservación. Se pueden localizar claramente los cimientos de las
casas. Parece que fue un asentamiento muy organizado. Unas casas rectangulares de dos
o tres habitaciones estaban dispuestas en patios rodeados de zanjas y vallas de madera.
Las partes pequeñas de los patios daban a unas calles cubiertas con madera,
probablemente esenciales en un lugar que tuvo que estar inundado frecuentemente. El
arroyo estaba canalizado y entibado con tablones de madera. De trecho en trecho, a lo
largo de su recorrido, unos cortos tramos de esclaras llevaban de la orilla al agua,
terminando en pequeñas plataformas donde se podía lavar la ropa. Unos pozos
entibados con madera proporcionaban un abundante suministro de agua potable. Dentro
de la zona portuaria, unos muelles o embarcaderos fueron construidos mar adentro,
donde los buques mercantes podían amarrar para descargar sus mercancías. Junto con
las instalaciones portuarias de otras ciudades vikingas, estos muelles proporcionaban
una prueba convincente de que los barcos vikingos no siempre tenían que varar,
contrariamente a la opinión que se mantuvo en tiempos pasados.
La cantidad de objetos bien conservados en Hedeby nos permite crear una imagen
detallada de las actividades manufactureras y comerciales de sus habitantes. Está claro
que se estableció una red comercial local en el interior inmediato, con objetos sencillos
como peines y joyas que se hacían y cambiaban por productos alimenticios esenciales
con la población de aldeas rurales como Kosel, al este. Pero también hay amplias
pruebas de la posición de Hedeby como centro del creciente intercambio comercial
entre Europa occidental, que evolucionó durante los siglos IX y X.
Mercancías como plata y seda se traían a Hedeby desde el este en buques mercantes que
cruzaban el mar Báltico. Allí se cambiaban por mercancías procedentes de Europa
occidental, que incluían vino y las más mundanas piedras de lava usadas para hacer
piedras de amolar. No había vías navegables que conectaran Hedeby con el mar del
Norte. Las mercancías, entonces, tenían que llevarse por tierra entre Hedeby y la costa
occidental. La ruta más probable seguía el curso del Danevirke y es posible que la
construcción de las murallas que conectan Hedeby a esta obra de defensa estuviera de
algún modo relacionada con el comercio y la riqueza crecientes de la ciudad. Hedeby se
estaba convirtiendo sin duda en un blanco a atacar cada vez más atractivo. Las sagas